José Carlos Bermejo: "La Iglesia debe ser un lugar de sanación para encontrar alivio"

El director del Centro de Humanización de la salud y Centro Asistencial San Camilo de Tres Cantos es uno los expertos que trabaja el cuidar como un arte

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La soledad, el aislamiento, la hiperconectividad, la falta de espacios y tiempo para las relaciones humanas, la búsqueda cada vez mayor de la rentabilidad y la eficiencia, y la mercantilización de nuestras sociedades, están convirtiendo el cuidado no solo en una asignatura pendiente, sino en todo un reto, también para la Iglesia.



La Fundación Pablo VI ha ofrecido una entrevista a José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la salud y Centro Asistencial San Camilo de Tres Cantos (Madrid). Actualmente es uno de los expertos que trabaja el cuidar como un arte: el de la escucha, la empatía, la compasión y la ternura, especialmente al final de la vida y el duelo.

Bermejo lleva 30 años dedicado al estudio de la muerte y el sufrimiento en situaciones complejas. Expone que “el hecho de ser religioso me posiciona en el corazón de la cara oscura de la vida: la dependencia, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. Por un lado, cultivo esa dimensión de acompañar a las personas y, por otro, la investigación y el estudio sobre lo que nos pasa a los humanos y los recursos de los que contamos para humanizar y vivir sanamente este mundo oscuro que también nos caracteriza”.

En referencia a la influencia de la muerte en la sociedad, explica que “hay un cierto temor hacia todo tipo de sufrimiento y un mecanismo de defensa ante la muerte que impera en todo Occidente y que nos lleva a negarla incluso, aunque también hay ciertas olas contraculturales, como la corriente que apuesta por los cuidados paliativos, algo que solo se puede potenciar si se acepta la proximidad de la muerte”.

Añade que la sociedad actual es muy sensible al proceso de morir, y se prefiere evitar todo tipo de sufrimiento y eso guarda una relación con el desarrollo de la analgesia. “Conquistando las posibilidades de aliviar el dolor también anhelamos el deseo irracional de controlar la muerte y el morir”.

Cerca de 4.000 suicidios al año en España

Otro dato que señala Bermejo y que es muy a tener en cuenta es que en España “se suicidan cerca de 4.000 personas al año, una barbaridad. Esto de la muerte autoinducida es reflejo de una sociedad que deja a mucha gente en la cuneta, con una soledad sufrida y no buscada, en un vacío existencial que no cubre la tecnología. También un sufrimiento en soledad de esos problemas que no se comparten, lleva a mucha gente a quitarse la vida”.

En España cerca de 5 millones de personas viven solas. De esa cifra, el 43& tiene más de 65 años. En su libro “Humanizar la soledad” Bermejo habla de humanizarla como si fuera algo inevitable y de lo que no se puede huir. “Hay soledades que son necesarias, pero hay un problema con la soledad sufrida no deseada, que no coincide con la soledad habitacional, porque hay muchas personas que viven solas y no sienten esa soledad”.

Soledad que genera exclusión

“El problema está cuando la soledad genera falta de atención, exclusión del acceso a los afectos y a los recursos; cuando disminuye la calidad de vida, cuando aumenta la depresión y la tristeza; cuando genera un autocuidado insuficiente, etc. Para esta soledad evitable habría que activar mecanismos de solidaridad. La Iglesia y las parroquias deberían ser no solo lugares de celebración sacramental, sino también oasis de sanación de los traumas que solo en el encuentro y la relación encontrarán un camino terapéutico”.

En cuanto a la importancia del cuidado, Bermejo comenta que “nos va la vida y que somos más interdependientes de lo que pensábamos”. El hecho de pensar en los cuidados hace que la sociedad tome conciencia de que curar es solo una forma de cuidar, poniendo el foco en los pensamientos, las palabras, las conductas y las obras.

Importancia de cuidar la Casa Común

“De la mano del Papa Francisco y de tantos que lo dicen, nos damos cuenta de que también hay que cuidar la Casa Común, porque, o lo cuidamos todo o si lo estropeamos para las generaciones venideras. También tenemos que cuidarnos entre nosotros, porque hasta la constitución de la primera unidad social que es la familia, nos prometemos fidelidad en la salud y en la enfermedad, es decir, el cuidado recíproco del otro y de lo que se construye en común para alcanzar así la solidez de la propia vida”, concluye.

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