Iker y Ana, alumnos del colegio diocesano de Guadalajara: "Desde que entramos nos sentimos acompañados"

Los centros católicos concertados ofrecen una enseñanza de calidad y un sistema de valores y creencias que los padres eligen libremente para la educación de sus hijos

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Iker Catalán y Ana Serrano son dos alumnos de 15 años, que cursan 4º de la ESO en el colegio diocesano de Guadalajara, en la diócesis de Sigüenza-Guadalajara. Compromiso, entrega, generosidad, compañerismo y alegría son algunos de sus valores.

Ellos son un ejemplo entre los más de 110.000 alumnos que van a clase en los más de 300 colegios diocesanos que mantiene la Iglesia en España. Estos colegios forman parte de los cerca de 2.500 centros católicos concertados que existen en nuestro país de diferentes congregaciones religiosas. Todos ellos ofrecen una enseñanza de calidad y al mismo tiempo un sistema de valores y creencias que los padres eligen libremente para la educación de sus hijos.

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Casi 2 millones de alumnos estudian en centros con un ideario cristiano. Para Ana, el colegio diocesano Santa Cruz “no solo me aporta conocimientos para mi formación, sino que también me aporta valores para ser mejor persona y ser ciudadanos comprometidos con la sociedad”. Iker ve en el colegio “un ambiente y una atmósfera muy cercana y familiar, tanto a nivel de compañerismo como las relaciones que existen entre los alumnos y los profesores. Desde que entramos nos sentimos acompañados”.

Las actividades que se desarrollan en el colegio les llenan como personas. Ana subraya todo el trabajo de la pastoral del colegio: “Se realizan campañas y actividades de índole social, trabajando los valores como son la generosidad, el compromiso, el respeto, la entrega, el cuidado...guiándonos hacia un mundo más justo”.

Para Iker desde el momento que entran en el colegio “nos sentimos acompañados. Me encanta el compromiso del centro con la naturaleza, respetando el medio ambiente y participando en programas de concienciación, con el fin de hacer de nuestro planeta un lugar mejor en donde poder disfrutar de la gran obra de Dios”.



Los dos alumnos, desde pequeños, estudian en este colegio. ¿Cómo valoran su formación y a sus profesores? ¿Creen que les servirá para el futuro?

Para Ana, “el colegio me acerca más a Dios y a la Iglesia, ya que trata temas del ámbito religioso que en otros centros no se estudian y considero que son muy importantes, ayudándome a crecer más como personas”. Iker tiene claro que “sus problemas, sus dificultades, sus alegrías no pasan desapercibidos para los profesores. No puedo más que agradecer todo lo que el colegio ha hecho y sigue haciendo por mí, por nosotros y seguirá haciendo en futuras generaciones. La huella que está dejando en mí es imborrable y siempre estará presente”.

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