La historia de Javier Pastor, el sacerdote más joven de España: "Yo temo mucho más el éxito que el fracaso"

En mayo fue ordenado sacerdote en la Almudena con tan solo 24 años. Actualmente está destinado en Vallecas, donde mantiene una relación cercana con jóvenes y mayores

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Javier Pastor tiene tan solo 24 años. Se puede decir que es el sacerdote más joven de España. El pasado 6 de mayo fue ordenado presbítero en la Catedral de la Almudena por una dispensa del entonces arzobispo titular de Madrid, Carlos Osoro. Con tan solo 17 años ingresó en el seminario.

“Más que la imagen de un cura joven, lo que descubro es la consecuencia de ser joven: no tener un corazón trasnochado por los afanes del mundo, sino fresco y con ganas de querer a todos sin excepción”, ha expresado Javier Pastor en una entrevista concedida a la Fundación CARF, institución que apoya a sacerdotes diocesanos y religiosos para que se formen intelectual, humana y espiritualmente.

Una vez concluyó sus estudios de bachillerato biosanitario, Javier se trasladó a Bidasoa para comenzar sus estudios al sacerdocio. Allí permaneció tres años. Su experiencia, revela, fue fructífera. En el seminario conoció a muchos chicos de su edad y procedentes de todos los rincones del planeta: “Recuerdo que los latinoamericanos me acogieron, a pesar de mis 17 añitos, con mucha normalidad. Poco a poco vas descubriendo el tesoro que es cada persona y su cultura”, ha recordado.

Pero más allá de la acogida, al joven sacerdote le marcaron dos situaciones de aquellos años en Bidasoa: su formador, el Padre Juan Antonio Gil Tamayo (fallecido por cáncer de pulmón) y los profesores de Filosofía y Teología de la Universidad de Navarra: “Los profesores estaban siempre disponibles para reflexionar en común, recomendar lecturas, incluso hacer planes de ocio en los que las conversaciones sobre Dios eran auténtica teología”.

Una vez concluida su etapa en Bidasoa, continuó con su formación en el seminario Conciliar de Madrid, al que pertenece. Tras la preparación, asevera Javier Pastor, llega la ordenación presbiteral. Un momento que Pastor recuerda con sumo cariño: “Recuerdo muy vivamente la alegría de la gente que ha estado siempre acompañándonos. Nos ayuda a recordar lo importante que es recibir de Dios el regalo de la ordenación y, personalmente, si esa era la alegría de mis seres queridos, me ayudaba a imaginar cómo sería la alegría de Jesús al vernos aceptar una vocación tan importante”, ha manifestado.

En la entrevista a la Fundación CARF, el sacerdote más joven de nuestro país evocaba cómo fue la primera Misa que ofició como sacerdote. Su voz se entrecortaba en las palabras de la consagración: “Cuesta mucho explicar qué pasa por la cabeza del sacerdote en ese momento. Prácticamente se dicen las palabras de forma inconsciente, porque más que comprenderlas, las contemplas. Más que pronunciarlas, las escuchas. Ojalá ninguna rutina pueda apagar esta llama de amor viva”, ha indicado.

Así se acerca Javier Pastor a jóvenes y mayores en Vallecas

Actualmente, Javier está destinado en la unidad pastoral de la parroquia del Buen Pastor y Nuestra Señora del Consuelo en Vallecas. El deporte ha ayudado mucho al presbítero para acercarse a los más jóvenes y atraerles a la Iglesia: “Compartir con los jóvenes diversiones, aficiones o incluso aprenderlas con ellos, hablar de la verdad del Evangelio sin engaños, pero con mucha paciencia y prudencia; promover la confesión y explicar bien los signos y momentos de la misa, para que no se aburran, sino que se llenen de afecto porque la conocen mejor…”

Con los mayores el procedimiento es diferente. Su juventud hace que se los gane: “Soy una mezcla entre su padre y su nieto. Basta una sonrisa, escuchar lo que cuenten y rezar juntos algún rosario”.

Así es Javier Pastor, un sacerdote de 24 años en un contexto de falta de vocaciones y secularización creciente, especialmente entre los jóvenes. Por ello, considera que un cura del siglo XXI debe ser, ante todo, humilde: “Yo temo mucho más el éxito que el fracaso. La gran virtud del Verbo de Dios es la humildad. Y los tiempos que corren son un buen caldo de cultivo para la humildad de los sacerdotes. Así cogeremos con más pureza los desafíos, las parroquias que reanimar y los corazones que sanar”, ha argumentado.

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