La historia del “corazón de Paco”: “Un donante es como un ángel”

"Nunca pensé en que conocería a mi nieto", asegura casi veinte años después del trasplante. "Por eso, cuando lo abrazo y lo beso, a mi nieto lo besan y lo abrazan dos personas"

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“Un donante no se pide, llega como un ángel y Dios me ha dado ese corazón para poder seguir disfrutando la vida con Él”. Así lo explica Francisco Garrido, Paco, que hace casi veinte años recibió un corazón tras un problema de hipertensión. Tenía cuarenta y un años cuando fue diagnosticado y no le trasplantaron el corazón hasta los cincuenta y uno. Yo nunca pensé en que podría vivir todos estos años. En que conocería a mi nieto. Por eso, cuando lo abrazo y lo beso, a mi nieto lo besan y lo abrazan dos personas”, asegura.

Por eso, dentro de esta dimensión de generosidad, concibe la donación de órganos como un “acto sublime de amor al prójimo”. “El egoísmo lo quita la enfermedad. De todos los años que pasé enfermo antes de la donación y tras recibir el trasplante he vivido en carne propia la generosidad del ser humano, he conocido a ciencia cierta la definición de solidaridad”, afirma en su testimonio que recoge la archidiócesis de Sevilla.

Dar vida después de la vida

No hay nada “lo suficientemente bello” para poderle escribir a la familia de un donante: “En el momento más duro de la vida de una persona que se va, es posible el ofrecimiento de un corazón para dar vida a otro ser humano, a ejemplo de Jesucristo, dar vida después de la vida”, expresa agradecido.

Por eso, la acción de gracias se acentúa en la vida de Paco tras el nacimiento de su nieto Lucas. “Es lo más grande que me ha podido pasar, de no haber sido por la donación, no hubiese podido conocerlo”. Por eso, afirma que “el acto de donación es un cometa que lleva una cola muy grande de nombres y rostros tras de sí”.

Paco es devoto del Sagrado Corazón de Jesús y “nunca le pedí un corazón, sino recibir fuerzas del suyo”; del Cristo de las Penas de la Hermandad de la Estrella, al que le imploró fuerzas para sobreponerse a la enfermedad y; del Cristo de la Fundación de la Hermandad de los Negritos, “para que me ayudara a mantener la esperanza”.

Todos los Jueves Santo, Paco ofrece una petalada a la Virgen de los Ángeles “por interceder y darme la vida de nuevo. La ofrezco en acción de gracias por todos los trasplantados de Sevilla, a los que nos une la gratitud infinita a Dios por el don de la vida y de la familia”.

El piso de la vida

A cuatro minutos del hospital Virgen de Rocío, hay un piso con cuatro habitaciones. En él, pueden quedarse los familiares de aquellos trasplantados de corazón que viven fuera de Sevilla. Este piso pertenece a la asociación que Francisco Garrido presidió durante más de quince años. Este piso de cuatro habitaciones se ha ofrecido a decenas de familias a lo largo de 12 años.

Lo llamo el piso de la vida porque dentro se viven todas las facetas posibles. Gente va y viene, algunas historias terminan con un desenlace deseado, otras no. Algunos enfermos progresan satisfactoriamente, otros requieren más dolor y sufrimiento. Es conmovedor ver cómo las familias se apoyan unas a otras”.

Afirma que la Asociación de Trasplantados de Corazón le ha ayudado mucho a crecer en todos los sentidos: “Dar vida después de la vida, eso nos lo enseñó Jesús, la vida es para entregarla, Él quiere nuestra alma, por eso vale la pena desgastarse en beneficio de los demás. Pensar en donación es pensar en sí mismo y a los que más queremos, ponerse en el lugar del otro. A veces creemos que nunca nos va a tocar en la vida vivir una situación similar hasta que nos llega sin darnos cuenta”.

Finalmente, Paco insta a las personas a sensibilizarse en torno a esta realidad y a hacerse donantes de órganos: “Es lo más grande que puede hacer una persona en beneficio de otra. Puede que sea lo último que hagamos pero que será lo más importante. A veces hay baches muy grandes y la única manera de salir es si alguien nos tiende la mano”.


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