El sorprendente destino de dos gemelos que nacieron después de un embarazo de riesgo: "¿Y mi hermano?"

La madre de los gemelos no dudó un segundo en seguir el embarazo que tuvo varias complicaciones

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La historia de Rosa Silva es la de una mujer dispuesta a recibir “lo que Dios le mandara” después de un embarazo muy complicado. Una ecografía mostraba que el bebé que estaba gestando sufría malformaciones.

Los médicos recoendaban a Rosa Silva el aborto, pero ella se negó, pues estaba dispuesta a recibir “lo que Dios le mandara”, y Dios no le envió un bebé con malformaciones sino dos hijos gemelos. Lo llamativo de esta historia es que hoy, los gemelos son sacerdotes en Chile.

Idénticos en cuerpo y vocación, Felipe y Paulo Lizama siempre lo compartieron todo: la misma educación, amistades, aficiones deportivas - jugaron y destacaron juntos en las ligas menores del club Colo Colo - y una profunda fe. Sin embargo, que los dos respondieran a la llamada de una vida sacerdotal sorprendió a más de uno.

Fueron los mismos Padres Felipe y Paulo quienes narraron la estremecedora historia de su nacimiento. Sus padres Humberto Lizama y Rosa Silva eran paramédicos y ya tenían a su hermana Paola, entonces de cuatro años.



El riesgo de perder la vida

La familia vivía en el pueblo Lagunillas de Casablanca en Valparaíso, Chile. Cumpliendo su labor de paramédica Rosa, que desconocía que estaba encinta, se expuso a los rayos x durante unas pruebas. Por ello, en cuanto supo su estado, se realizó una primera ecografía.

El médico le advirtió que veía “algo raro”, le dijo que “el bebé viene con tres brazos y los pies están algo enredados”. Además “tenía dos cabezas”, según relata Paulo. Aunque en Chile estaba permitido el aborto por razones “terapéuticas” y los médicos le dijeron que su vida corría peligro, Rosa se opuso a esta práctica y les dijo que aceptaba lo que “Dios mandara”.

“El Señor obró y produjo un embarazo gemelar, no sé si el médico se equivocó", asegura Felipe, mientras Paulo agrega que “siempre pienso con especial cariño y ternura en el corazón de mi mamá que daba su vida por mí, por nosotros”.


Sacerdocio y familia...

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El nacimiento de los dos hermanos

Los hermanos Lizama nacieron el 10 de septiembre de 1984. Primero nació Felipe y, como no se desprendía la placenta, los médicos le sugirieron a la madre acabar, pero ella no aceptó porque sentía que otra criatura estaba por venir. Paulo nació 17 minutos después.

Los gemelos conocieron la historia de su nacimiento cuando cursaban el sexto año de formación en el Seminario. “Sin duda la sabiduría de la mamá y su corazón permitieron que en el momento oportuno nos enterásemos de tan hermoso acontecimiento”, afirma Paulo. Siempre había pensado que la vocación al sacerdocio venía desde la adolescencia, pero después se dio cuenta su vocación sacerdotal, Dios la gestó desde siempre y fue posible gracias al sí de su mamá.

“¿Cómo no defender la vida? ¿Cómo no predicar al Dios de la vida? Este acontecimiento potenció mi vocación, le ha dado una vitalidad específica y, por lo mismo, me he podido entregar existencialmente a lo que he creído. Estoy convencido de lo que creo, de lo que soy y de lo que hablo, claramente por Gracia de Dios”, agregó.



La pasión por el fútbol

La infancia de los hermanos Lizama transcurrió entre libros, una formación católica, las catequesis en la capilla del pueblo y la pasión por el fútbol. Desde pequeños “íbamos a Misa los domingos y éramos llevados a la oración del mes de María, que en Chile se celebra en noviembre”. Recibieron la Primera Comunión, pero su pasión por el fútbol les impidió ir a Misa. La separación de sus padres marcó sus vidas y tomaron la decisión de dejar el balompie. Tenían 16 años.

En este momento de dolor por la ruptura familiar, los Lizama comenzaron a participar más activamente en la parroquia “Virgen de Nuestra Señora de las Mercedes” de Lagunillas, donde se prepararon para recibir el sacramento de la Confirmación.


Consagración sacerdotal. 28/04/2012

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El secreto de los dos hermanos

Para Paulo, participar en un grupo parroquial significaba hacer nuevos amigos y estar entretenido durante el fin de semana. “No tenía bien arraigadas mis convicciones en Dios y en la pureza del sacramento”, afirma y recuerda que en “una adoración al Santísimo, entré a la Iglesia, cantos gregorianos, la custodia, el incienso, el silencio, el Señor. Me dije esto es para mí”.

Felipe por su parte, desarrolló un “gustito” por la cercanía de Dios al conocer más la Iglesia desde dentro, así como “la figura cercana de un sacerdote, el P. Reinaldo Osorio, quien fuera su formador en el Seminario, al que después asistieron. “Dios me estaba llamando. Me di cuenta que era en Dios y en las cosas de Dios donde yo era feliz, no hubo lugar a dudas: quería ser sacerdote”, explicó.

Pese a su estrecha relación, no comentaron estas inquietudes vocacionales el uno al otro. “No sé quién de los dos sintió primero la llamada. Creo que Dios hizo muy bien las cosas, para salvaguardar la libertad en la respuesta. (…) Si yo consideraba el sacerdocio como una realidad posible, que llenaba mi corazón ¿por qué mi hermano no podría hacerlo también?”, recuerda Paulo.



La ordenación por el Obispo de Valparaíso

A los 18 años de edad terminaron la escuela e ingresaron el 8 de marzo de 2003 al Pontificio Seminario Mayor San Rafael de Lo Vásquez.

Para la familia no fue fácil aceptar esta doble decisión. Sin embargo, al terminar el primer año de formación, la actitud de Rosa cambió. “Mi mamá me confesó que estaba tranquila porque nos veía contentos”, asegura Felipe.

Los gemelos fueron ordenados diáconos en septiembre de 2011 y el 28 de abril de 2012 fueron ordenados sacerdotes por el Obispo de Valparaíso, Mons. Gonzalo Duarte García. Aquel mismo día, los gemelos celebraron su primera Misa juntos en su parroquia de origen “Nuestra Señora de las Mercedes” en Lagunillas. Felipe presidió y Paulo concelebró.

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