Enrique, el cura ‘influencer’ en mitad de la cuenca minera asturiana

Enrique Álvarez se ha encargado de que el confinamiento haya supuesto un ‘acercamiento ‘a las personas de su parroquia en Turón

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Enrique Álvarez tiene 39 años. Es sacerdote y lleva trabajando en plena cuenca minera asturiana desde hace año y medio. Es el párroco de Turón y además se ha convertido en todo un ‘influencer’. De los de verdad.

La llegada de una pandemia mundial le ha pillado -como a todos- por sorpresa. Pero el confinamiento por el coronavirus no le ha impedido estar cerca de sus feligreses. En un momento de necesidad así, Enrique se ha reintentado para seguir atendiendo de todas las formas posibles, a las personas que tiene a su cargo.

Desde marzo este sacerdote asturiano ha estado retransmitiendo la misa a través de Internet para todas esas personas que han tenido que ‘ayunar’ de Eucaristía durante este tiempo. Con los pocos medios de los que dispone ha logrado que 3.000 personas se conecten para estar presente en la misa, aunque sea de forma espiritual.

“Se ha cerrado una iglesia pero se ha abierto otra en cada casa”

La mayor parte de las personas que con ‘la normalidad’ acudían a su parroquia eran personas mayores de 67 años. En Turón viven 2.000 personas, y en las misas que ha retransmitido a través de la red social ‘Facebook’ se han juntado 3.000.

Miles de Iglesias Domésticas

Teresa es una de las personas que acuden a la parroquia de Enrique. Ella expresa que la experiencia de haber podido seguir las misas a través de las redes sociales ha sido “fuera de serie y muy positiva”. Dice que ha supuesto “cerrar una iglesia y abrir una iglesia en cada casa”.

Cuenta que esto ha hecho que se sientan menos solos y que les ha unido más todavía: “Vino gente de fuera, incluso de América y de muchos otros sitios”. Afirma que “nos hemos sentido incluso más acogidos”.

De hecho Teresa quiere que estas medidas continúen en el tiempo, especialmente por las personas mayores.

La caridad de la Iglesia

Pero Enrique no se olvida del resto de carismas que posee la Iglesia. Es consciente de la importancia de la entrega y la caridad, y por eso ha estado junto a sus fieles en todo lo que han necesitado. No solo para acercar la Eucaristía hasta sus casas si no también haciendo todo lo que estaba en su mano.

Durante los días de confinamiento, ha atendido a sus vecinos a través del teléfono, les ha preparado la comida, ha estado coordinándose con la Cáritas Parroquial, ayudando con la compra a las personas que no pueden acceder a ella.

Dice que “aquí todos arrimamos el hombro”. Relata que “muchas personas tienen problemas para cocinar, y por eso cocinamos para ellos para que tengan un primer y segundo plato y un postre”.

Enrique es uno de tantos sacerdotes que se ha ‘puesto las pilas’ con la llegada de la pandemia mundial. El confinamiento ha sido para él una oportunidad de acercarse a sus vecinos, y de que él y varios voluntarios puedan ofrecer su ayuda a los que más lo han necesitado. Enrique sin duda, sí que es un influencia de verdad.



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