Comienza el proceso de canonización de Víctor Rodríguez: el agricultor de Valladolid que amaba a los pobres

Este sábado el convento de las Carmelitas de la Rondilla acogerá la apertura del proceso, una vez que el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, ha recibido el 'nihil obstat'

Tiempo de lectura: 2’

Este sábado, 18 de diciembre, comienza el proceso de canonización de Víctor Rodríguez Martínez,el agricultor vallisotelano que entregó su vida a Dios. Será el convento de las Carmelitas de la Rondilla donde se celebrará la apertura del proceso, una vez que el arzobispo de Valladolid, el cardenal Ricardo Blázquez, ha recibido el 'nihil obstat' (la autorización de Roma) para introducir la causa.

Presidido por el arzobispo de Valladolid, asistirán también los vicepostuladores de la causa, el carmelita rector del monasterio Desierto de San José de Batuecas, el P. Francisco Brändle, y Niceto Tirados; el secretario canciller del Arzobispado, Francisco Javier Mínguez, que dará lectura a los documentos y fe del acto, y los miembros del tribunal designados por el arzobispo (el deán de la Catedral y vicario judicial, José Andrés Cabrerizo, el promotor de justicia Grzegorz Lonski y el notario actuario Jesús Alberto Bogónez) que jurarán sus cargos.

Víctor Rodríguez Martínez nació en la localidad palentina de Quintanadiez de la Vega en 1925. Se casó con Asunción Merino Cuadrado y, como fruto del matrimonio, tuvieron diez hijos.

Perteneciente a la Congregación de San Felipe Neri, siempre se caracterizó por ser un hombre trabajador, humilde, sencillo y servicial, que se desvivió por los pobres y los enfermos. Su caridad fue tal que, cuando se cruzaba en su camino con algún pobre que pedía limosna, trataba de socorrerles y les acogía en su mesa. Pese a su gran obra caritativa, siempre quiso pasar desapercibido. Quienes le conocieron, apuntan a que fue un seglar modelo.

En 1951 se fue a vivir a Medina del Campo donde montó una granja avícola. Cuando mejor le iba el negocio, sobrevino una crisis a nivel nacional que le dejó en la ruina. Aquel contratiempo le obligó a trasladarse a Madrid, donde trabajó en la Fábrica Embotelladora de Pepsi Cola, que en su día dio también en quiebra y así se quedó definitivamente sin trabajo. No obstante, logró superar aquellas estrecheces económicas, despegándose de los bienes materiales, a los que cambió por acercarse más a Dios.

En los doce años que vivió en un pueblo, donde no solía haber misa, iba andando al pueblo más cercano donde la hubiera, sin importar si hacía frío, lluvia, nieve o calor.

Durante buena parte de su vida, pasó las noches rezando. Con frecuencia visitaba mi hospital donde cortaba las uñas de las manos y de los pies a los enfermos, les lavaba los pies y conversaba amorosamente con ellos. Murió en Medina del Campo el 21 de febrero de 2012.

Religión