Cardenal Ayuso: "Cualquier contribución que pueda preservar la paz y la fraternidad debe ser muy bienvenida"

El comboniano participa en la 51ª Semana Nacional de Vida Consagrada organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa con una charla a favor "de la cultura del encuentro"

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El cardenal Miguel Ángel Ayuso ha asegurado que “hablar de nosotros como hermanos, de hombres y mujeres de diferentes tradiciones religiosas, es hoy una cuestión de actualidad porque en estos tiempos en que la fraternidad y la paz están amenazadas desde muy diversos frentes y que vivimos en un clima social deteriorado, cualquier contribución que pueda preservar la paz y la fraternidad debe ser muy bienvenida”.

Ese es el mensaje que el comboniano ha lanzado a favor de “la cultura del encuentro, tan presente en el magisterio del Papa Francisco que se muestra como la clave interpretativa de su propuesta para la humanidad, para los cristianos, así como para nosotros los consagrados” en su charla en la 51ª Semana Nacional de Vida Consagrada organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa.

Es el momento de comenzar a construir algo nuevo

“Ahora es el momento de comenzar a construir algo nuevo. Trabajo duro y paciente, pero buen trabajo en el que todos tienen un papel que desempeñar: un nuevo y profundo sentido de fraternidad. Si el virus nos ha recordado que no podemos sobrevivir o florecer el uno sin el otro, ahora es el momento de comenzar a crear la nueva vida de fraternidad. Requiere algo más que una visión política, económica o incluso ecológica; requiere que vivamos desde lo más profundo de nuestra alma con compasión y ojos que puedan ver al otro en su necesidad, mirar a los demás como si fueramos nosotros mismos”, ha expresado el pupurado.

Pero, “¿cómo vivir como creyentes, abiertos con el corazón y con la mente, el dialogo interreligioso como espacio de encuentro y apuesta de futuro?”, ha interpelado a los participantes. El compromiso de la Iglesia católica en el diálogo interreligioso “que abre los caminos de la paz y de la fraternidad es parte de su misión original”, ha asegurado. Por eso, “la propia identidad en la valentía de la alteridad es el umbral que hoy la Iglesia de Papa Francisco nos pide que atravesemos”.

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"Quien reza y piensa de manera distinta a la mía no es un enemigo"

El cardenal Ayuso ha recordado que “no se puede dialogar en la ambigüedad; hay que prestar atención al otro: Quien reza y piensa de manera distinta a la mía no es un enemigo; es preciso creer en la sinceridad de las intenciones recíprocas”. El pluralismo no solo religioso de nuestras sociedades “es una realidad que nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad sin la cual no tenemos un auténtico diálogo interreligioso. No decimos que todas las religiones son iguales, sino que todos los creyentes —aquellos que buscan a Dios y todas las personas de buena voluntad sin una afiliación religiosa— tienen igual dignidad”.

En este período “oscuro” en el cual vive sumergida la humanidad a causa de la covid-19 y de la guerra, “debemos trabajar a nivel de educación, del diálogo en la vida cotidiana, de acercarse y acompañarse de las personas de distintas confesiones religiosas y junto con las personas de buena voluntad para que podamos sentir este valor de compartir una única humanidad, donde se rechace todo tipo de violencia y para que en este escenario una nueva generación pueda crecer en el espíritu de la fraternidad humana para que, con la sinceridad de nuestras intenciones, sepamos colaborar a construir un mundo nuevo que sea más pacífico, que sea más solidario”. Hoy en día, necesitamos “valores éticos y espirituales universales y compartidos para inyectar una nueva esperanza en el mundo devastado por la pandemia”.

¡Despertad al mundo!

¡Espero que despertéis al mundo! expresó el Papa en Fratelli tutti, algo que según el cardenal Ayuso “se aplica sobretodo a los consagrados: el diálogo, como instrumento para buscar juntos la verdad y conocerla en su objetividad efectiva, superando todo tipo de “apropiación” que la circunscribe a un único punto de vista; la amabilidad, como actitud de respeto, reconociendo «al otro el derecho de ser él mismo y deser diferente»; en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian»; la interacción sincera y honesta, como ejercicio comunitario para aprender a no relativizar las opiniones propias o ajenas”.

La “flexibilidad” y la “voluntad de encontrar el otro” son dos actitudes que distinguen la contribución específica que la experiencia de la vida consagrada puede ofrecer en el campo de la fraternidad humana y del diálogo interreligioso. La vida consagrada “tiene ante sí el camino de la fraternidad para recorrer en un mundo dividido por el odio, la guerra, la injusticia y la opresión. Por lo tanto, es necesario vivir y dar testimonio de la comunión en la diversidad, de la posibilidad del diálogo multicultural y de la posibilidad del diálogo y la paz entre los pueblos, las razas y las culturas”.

Por todo ello, ha concluido, “en un contexto internacional destinado a cambios rápidos y a veces dramáticos, la invitación que nos llega es incrementar, empezando por la oración, el diálogo entre las religiones y de las religiones con todos los seres humanos. Es un inequivocable énfasis de la exigencia de un mayor nivel de calidad que se solicita al propio diálogo y de una asunción más radical de responsabilidad en la búsqueda de caminos de paz, con inevitables repercusiones a nivel de la vida privada y pública. De hecho, el diálogo interreligioso es un espacio de encuentro y una apuesta de futuro”.


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