El típico error que cometes al entrar en una iglesia y no lo sabías

La genuflexión es una señal de respeto y debe hacerse al principio y al final de la Misa, ante el sagrario, inclinando la rodilla derecha

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Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Los católicos cuando entran a una iglesia deben arrodillarse. Este gesto tiene un gran significado teológico. Aunque muchos lo han olvidado, la genuflexión es una señal de respeto, de suprema adoración y reverencia y, por tanto, solo se reserva para Dios.

La Instrucción General 2000 del Misal Romano es el conjunto de normas que rigen la celebración de la Santa Misa. En este documento menciona lo siguiente: "Se hace genuflexión al principio y final de la Misa si el sagrario con el Santísimo Sacramento está en el presbiterio y siempre que alguien pase frente al Santísimo Sacramento" (IGRM, no.274).

Según el Diccionario de la lengua española, la genuflexión es la "acción de doblar una rodilla, o ambas, hacia el suelo, generalmente en señal de reverencia, sumisión o adoración".

El típico error que cometes al entrar en una iglesia y no lo sabías

¿Cómo debemos hacerlo?

Cuando los cristianos entramos en una iglesia consideramos oportuno hacer una genuflexión. Aquí está el típico erros que cometemos, ya que lo debemos hacer inclinando la rodilla derecha hacia el suelo hasta tocarlo, de forma pausada y manteniendo la mirada fija en el sagrario. Sin darse cuenta, hay fieles que inclinan la rodilla izquierda. Además, si queremos, posteriormente también podemos inclinar levemente la cabeza.

La genuflexión no se hace ante un altar, crucifijo, virgen o santo. Lo correcto es hacerla ante el sagrario, que suele estar ubicado cerca del altar del templo. Nos estamos arrodillando ante Dios, donde está realmente Jesús Sacramentado, es decir solo lo podemos hacer donde Él esté presente con su Cuerpo y Alma.

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¿En qué momento hay que arrodillarse?

Durante la Santa Misa los fieles solemos arrodillarnos dos veces. En primer lugar, cuando el sacerdote pone sus manos sobre el pan, es decir, desde la epíclesis hasta la aclamación después de la consagración.

Otro momento sería después de la Comunión. Comulgar es establecer una unión con Jesucristo, y esto implica un momento personal intenso con Él. Hay fieles que después de comulgar, al llevar a Cristo dentro, se dirigen a Dios en la oración, y lo hacen arrodillados.

Si nos ajustamos a las normas litúrgicas, sobre gestos y posturas, la ordenación romana de la Misa solo obliga a estar de rodillas en la consagración, y no tras comulgar. Aunque tampoco se indica que se obligue a estar sentados. Por lo tanto, ambas posturas pueden conciliarse.

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