El padre José, un sacerdote que salva a niños cristianos del ISIS en Mosul

La misión del padre José: "Cuidar de niños huérfanos que huyen de la destrucción de la guerra"

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Proteger a los niños cristianos frente al auge del Daesh. Ese es el objetivo del padre padre José Qusay Ajim. Un joven sacerdote de 36 años de nacionalidad Iraquí.

José Qusay Ajim ha visto la muerte de cerca, convive con ella. Al igual que con la violencia y la raptación de niños cristianos por parte del ISIS. Precisamente, por esa presión yihadista, se vio obligado a marcharse de su país de origen. En la actualidad, se encuentra en Roma. Un traslado que ha sido posible, gracias a que le concedieron una beca del Centro Académico Romano, una ayuda para sacerdotes y seminaristas de países en los que sufren persecución o los recursos son excasos.

José Qusay Ajim vivía en Mosul. Allí llevaba el orfanato de St. Joseph, donde vivían niños cristianos procedentes de diferentes ciudades controladas por el ISIS. Estos niños se quedaron huérfanos debido a las actuaciones violentas que los yihadistas empezaron a cometer en Irak. Este sacerdote, según ReligiónenLibertad, tenía una misión: "Dios me dio una misión, cuidar de niños huérfanos que huyen de la destrucción de la guerra". Según cuenta, en los momentos de gran tensión, lo único que conseguía calmar a los niños era la siguiente frase: "Dios no nos deja solos, Jesús es amor".

José Qusay Ajim ha trabajado para que muchos de esos niños pudieran ser acogidos por familias cristianas. Este sacerdote cuenta como al regresar a la ciudad, después de tres años, lo que se encontró fue devastador: "Incluso la casa de mi familia había sido quemada". Cuenta como el temor actual de muchos cristianos es regresar y sufrir una exclusión étnica por parte de algunos musulmanes. Ya que, se estima que en la actualidad el número de población cristiana se ha reducido considerablemente en Irák. Además, explica que los cristianos son víctimas de un “genocidio lento”, y que esta es la causa por la que la mayoría de ellos no piensan en regresar a su país de origen. 

El padre Ajim está comprometido con la fe y con su pueblo, por lo que desea poder ayudar a reconstruirlo y "tener éxito en establecer la cultura de la alegría y la paz" tanto en su país como en el resto del mundo. 

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