El contundente mensaje de los obispos australianos contra la eutanasia

Los prelados proponen dos modelos de vida y tres objeciones de conciencia ante la ley de eutanasia que se aprobó ayer en Australia

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Ayer entró en vigor en el estado australiano de Victoria la ley sobre la muerte médicamente asistida: la eutanasia. Los obispos de las cuatro diócesis involucradas han escrito una carta a sus fieles en la que proponen dos modelos de vida y ofrecen tres indicaciones sobre cómo ejercer la objeción de conciencia.

En esa carta los obispos afirman: “No abandonaremos a aquellos que amamos y que creemos que tienen el derecho de ser amados desde el inicio hasta el final de su vida”. Con este documento responden a la inquietud de sus fieles sobre cómo afrontar la ley sobre la muerte voluntaria asistida.

El título de la carta es “We care”, y en ella proponen como modelo dos figuras contemporáneas, la del beato Franz Jägerstätter, campesino austriaco que fue condenado a muerte en 1943 por negarse a proclamar su fidelidad al nazismo, entre otras cosas por su desprecio de la vida más vulnerable. La otra figura es Gianna Beretta Molla, médico y madre, que prefirió morir antes que aceptar tratamientos que pudieran perjudicar al niño que llevaba en su seno. Fue canonizada por Juan Pablo II en el 2004.

Además los obispos australianos ofrecen tres indicaciones para ejercer la objeción de conciencia a la nueva ley y poder acompañar a las personas que sufren.

En primer lugar proponen rezar por las personas que piensan que “quitarse la propia vida es la única posibilidad que les queda”, conscientes de que se puede “responder con compasión y valentía” al sufrimiento.

En segundo lugar piden a los católicos descubrir todo lo que la Iglesia dice sobre la eutanasia y los cuidados paliativos, y leer y escuchar las historias de quienes han elegido este tipo de camino. El compromiso por la vida debe nacer de la amistad y de la sabiduría, no del temor. Por último invitan a actuar, cuidando a las personas vulnerables.

Eso significa afrontar concretamente los desafíos que nacen de soledad y de la pérdida de sentido de la existencia. Para ayudar a las personas en fase terminal, los obispos sugieren que se les proponga entrar en contacto con instalaciones adecuadas que ofrezcan cuidados paliativos, y concluyen recordando una intervención del Papa Francisco en la que afirmaba que “no hay deber más importante para una sociedad que el de custodiar a la persona humana”.

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