Solemnidad de la Sagrada Familia: Jesús, María y José. La Iglesia doméstica como lugar primario de la transmisión de la fe.
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Mons. Manuel Ureña La familia natural, fundada en la unión de un hombre y de una mujer, es como una primicia de la familia verdadera, célula básica de la sociedad y llamada, por tanto, a educar a sus miembros instruyendo a éstos en los fundamentos de la ley natural y ayudándoles a que se vaya forjando en ellos la recta conciencia en el obrar moral.
Ahora bien, cuando la unión de un hombre y de una mujer es fruto de haber recibido el sacramento del matrimonio, entonces aquella unión, como dice la carta de Pablo a los fieles de Éfeso (cf Ef 5, 21-33), se convierte en una expresión perfecta del amor de Cristo a su esposa la Iglesia. De este modo, en el amor indisoluble y pleno del esposo a la esposa se manifiesta ontológicamente el amor de Cristo a la Iglesia. Y, en el amor recíproco de la esposa al esposo vuelve a manifestarse y a expresarse de forma real aquel mismo amor.
Consecuentemente, los hijos del matrimonio cristiano son los hijos de un amor entre hombre y mujer que significa verdadera y eficazmente el amor de Cristo a la Iglesia. Por tanto, si la Iglesia nace del amor infinito que le tuvo Cristo (cf Ef 5, 26-28), la familia cristiana, cuyo fundamento ontológico es la participación real de los esposos en el amor de Cristo a la Iglesia, pasa a participar también del ser de la Iglesia de Cristo. Por eso, si ya con razón llamamos a la familia "célula básica" de la sociedad, es lógico que el Magisterio eclesiástico le asigne, además, el título solemne de "Iglesia doméstica" (cf LG 11; AS 11; y FC 49), pues, efectivamente, la familia es Iglesia en el pleno sentido del término.
Pero si es Iglesia del Señor, entonces la familia cristiana, siempre fundada en la unión de amor indivisible entre un hombre y una mujer, participa de la condición misionera y evangelizadora de la Iglesia, y se convierte también ella, la familia, en sujeto agente de evangelización, esto es, en sujeto agente de transmisión de la fe. En efecto, tras haber establecido el Creador la sociedad conyugal en fundamento de la sociedad humana, Él convirtió aquélla por su gracia en sacramento grande en Cristo y en la Iglesia (cf Ef 5, 32). Por eso, "el apostolado de los cónyuges y de las familias tiene una importancia trascendental tanto para la Iglesia como para la sociedad civil. Los cónyuges cristianos son mutuamente, para sí, para sus hijos y para los demás familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Ellos son para sus hijos los primeros educadores; los forman con su palabra y con su ejemplo para la vida cristiana y apostólica; les ayudan con mucha prudencia en la elección de su vocación y cultivan con todo esmero la vocación sagrada que puedan haber descubierto en ellos" (AS 11). Los esposos y padres son, en suma, por el vínculo matrimonial elevado a la condición de sacramento, la presencia real y operante de Cristo en la familia.
Ciertamente, como señalan nuestros obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, hoy asistimos a una desvalorización del papel de la familia en el ámbito educativo y, por ende, también en el campo de la educación de la fe, lo que se debe a múltiples factores.
Y uno de estos factores, sin duda el principal, es el hecho de no poder ya dar por supuesta la vivencia de la fe en muchos hogares cristianos, con las consecuencias que esto conlleva para la asimilación de la fe por parte de los hijos. De ahí que los obispos animemos a las familias a volver a ocupar su puesto en la transmisión de la fe a pesar de las crisis y de las dificultades por las que atravesamos. A ello nos viene urgiendo la Iglesia siempre, pero de un modo especial en este Año de la fe, cuando el Papa Benedicto XVI nos emplaza ante la labor imperiosa de ser testigos vivos de la verdad y de la vida de Cristo ante todos los hombres.
No quiero cerrar la carta pastoral de hoy, del día de la familia, sin anunciaros un evento singular.
Para este domingo, 30 de diciembre, el señor Cardenal-Arzobispo de Madrid, D. Antonio-María Rouco Varela, con los obispos sufragáneos de Alcalá de Henares y de Getafe, ha convocado en la capital de España una solemne Eucaristía en favor de la familia bajo el lema "La familia cristiana es la esperanza para hoy", invitando a la misma a todos los obispos y fieles católicos que deseen asistir.
Dicha celebración eucarística, que constituye ya una tradición, tendrá lugar en la Plaza de Colón de Madrid a las 12 horas. Previamente habrá un tiempo de ambientación, y a las 12 en punto se establecerá conexión con Radio Vaticana, desde donde el Santo Padre el Papa nos dirigirá un saludo especial. Inmediatamente después, comenzará la Santa Misa.
Como ya se dio en años anteriores, la Eucaristía en favor de la familia tendrá alcance europeo. De hecho, han confirmado ya su asistencia varios señores Cardenales, Arzobispos y Obispos.
¡Cuán hermoso será que acudamos todos los que podamos a esta cita eucarística con los hermanos católicos y con hombres de buena voluntad de la Provincia eclesiástica de Madrid, de tantas diócesis españolas y de algunos paises de allende los Pirineos!
? Manuel Ureña,
Arzobispo de Zaragoza