Carta del arzobispo de Valencia: «Jornada Mundial de la Juventud»

Enrique Benvanet invita a los fieles a orar para que Dios ayude a los jóvenes que participan en la JMJ a descubrir dónde se encuentra la verdadera alegría

Enrique Benavent Vidal

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Durante los primeros días del próximo mes de agosto se celebrará en Lisboa la Jornada Mundial de la Juventud, que ha sido convocada y, si Dios quiere, será presidida por el papa Francisco. Un grupo signi?cativo de jóvenes de nuestra diócesis acudirá a Lisboa para participar en los actos de este encuentro eclesial. Yo tendré la alegría de poder acompañarlos y compartir con ellos esta experiencia de gracia que siempre nos anima para seguir anunciando el Evangelio. A todos los que no podáis asistir, os invito a que os unáis espiritualmente orando por los frutos de esta jornada.

El lema elegido por el Papa para este encuentro está tomado de unas palabras del relato de la visita de María a Isabel. El evangelista san Lucas nos narra que “María se puso en camino de prisa” (Lc 1, 39) para encontrarse con su pariente. Después de haber recibido el anuncio de que Dios la había elegido para ser la madre del Mesías y de que Isabel también esperaba un hijo, María siente la necesidad de encontrarse con ella y se pone en camino sin pensarlo, como impulsada interiormente por el Espíritu Santo. Esta docilidad a la Gracia de Dios es un signo de autenticidad en la vida cristiana. Cuando pensamos más en nosotros mismos que en lo que Dios nos pide; cuando nos dejamos guiar por nuestros cálculos e intereses; cuando no somos generosos en nuestra entrega a Dios o respondemos al Señor sin espontaneidad, sin alegría y sin generosidad es que no somos dóciles a la acción del Espíritu en nosotros. Pidamos al Señor que el fruto más importante de esta jornada en el corazón de todos los que participaremos en ella, especialmente de los jóvenes, sea el deseo de responder al Señor con generosidad, con prontitud y con alegría.

María se dirigió hacia la montaña de Judá para compartir con Isabel el gozo que sentía interiormente por lo que Dios había hecho en ellas y por lo que, a través de sus hijos, quería ofrecer a toda la humanidad: su salvación y su misericordia. Las jornadas mundiales de la juventud son un momento para compartir la alegría que los cristianos sentimos por haber conocido a Cristo y, sobre todo, porque sabemos que su amor es para toda la humanidad. La fe de los jóvenes se refuerza en el encuentro con los otros. Si sentimos necesidad de compartir con los demás nuestra fe, eso es signo de que esa fe está viva. Una fe que no se comunica es una fe débil.

Entre las palabras que Isabel dirigió a María hay unas que me resultan especialmente sugerentes: “Dichosa tú que has creído” (Lc 1, 45). Aquí se nos indica donde está la fuente de la verdadera felicidad y de la verdadera alegría: en la con?anza absoluta en Dios y en la obediencia a su palabra vividas con la humildad de esas mujeres, que nunca se ensalzaron a sí mismas, sino que juntas proclamaron la alegría que sentían en Dios su salvador. Pidamos al Señor que esta Jornada Mundial de la Juventud ayude a los jóvenes que participarán en ella a encontrar el camino que los llevará a descubrir dónde se encuentra la verdadera alegría; a vivir la fe sin ningún tipo de orgullo o sentimiento de superioridad; a proclamar juntos la alegría que compartimos por haber conocido al Señor; a darle gracias por el don de la fe y a ser testigos ante el mundo de la alegría del Evangelio.


† Enrique Benavent Vidal

Arzobispo de Valencia


Religión