Unos investigadores de Galicia piden a un grupo de personas que asista a un concierto y, así, encontrar una cura contra el Alzheimer gracias a su ADN

Esta novedosa investigación está tratando de encontrar una cura contra el Alzheimer... a base de que un grupo de personas escuche música en un auditorio

Luis Calabor

Madrid - Publicado el - Actualizado

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En el Auditorio de Galicia, en Santiago de Compostela, la música y la ciencia se han unido de una manera insólita. Lo que parecía un concierto más de la Real Filarmonía de Galicia era, en realidad, un experimento pionero que busca comprender cómo la música puede influir en nuestro cuerpo… y quizás ayudar a encontrar una cura para el Alzheimer

El público, sentado y emocionado mientras sonaba la banda sonora de Braveheart, no solo disfrutaba del espectáculo: participaba activamente en una investigación científica. “Antes de que empiece el concierto, montamos un dispositivo de enfermería en los pasillos del auditorio”, explica Laura Navarro, musicóloga y coordinadora del proyecto Sensogenoma. “Recogemos saliva, sangre y lágrimas de los asistentes. Las muestras se toman justo antes de comenzar, en el descanso y al final del concierto”. 

El IDIS y la Real Filharmonía de Galicia impulsan una nueva edición de Sensogenoma

El proyecto Sensogenoma: la música en el ADN

El proyecto Sensogenoma, impulsado por investigadores gallegos desde 2019, tiene un objetivo ambicioso: estudiar cómo los estímulos sensoriales, y en particular la música, afectan a nuestro genoma. Navarro resume su propósito así: “Queremos saber si lo que sentimos al escuchar música tiene un reflejo en nuestra biología. Sabemos que las emociones cambian nuestro estado, pero queremos comprobar si también lo hacen a nivel molecular”.

Más de 60 profesionales sanitarios participan en cada sesión, recogiendo muestras de casi 200 asistentes. “El proceso es muy poco invasivo”, aclara Navarro. “Usamos un pequeño pinchazo en el dedo, tiras oftalmológicas para recoger lágrimas y bastoncillos de algodón para la saliva”.

El proyecto también estudia la relación entre la música y la microbiota, el conjunto de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo. El investigador Antonio Salas, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago, explica que “convivimos con entre 600 y 800 tipos de microorganismos solo en la boca, y ese equilibrio es clave para nuestra salud”.

Sensogenoma es un proyecto muy pocas veces visto

Según Salas, algunos desajustes en la microbiota podrían estar relacionados con enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer. “Se han encontrado bacterias en cerebros de pacientes con Alzheimer, lo que sugiere que podrían contribuir o incluso ser el origen del proceso neurodegenerativo”, señala. 

Los primeros resultados del proyecto son prometedores. “En pacientes con Alzheimer observamos que, después de escuchar 50 minutos de música, los genes asociados a la enfermedad —como los relacionados con las proteínas beta-amiloide y TAU— se ‘apagan’”, revela Navarro. “En cambio, se activan otros genes vinculados con la regeneración neuronal y los procesos cognitivos”.

Se han encontrado bacterias en cerebros de pacientes con Alzheimer, lo que sugiere que podrían contribuir o incluso ser el origen del proceso neurodegenerativo”

Antonio Salas

Investigador

De los laboratorios al día a día

Además, los investigadores han comenzado a analizar la reacción fisiológica del público durante los conciertos. “Este año usamos sensores que registraban el ritmo cardíaco y la actividad electrodérmica, es decir, si se te ponen los pelos de punta o no”, explica Navarro.

El objetivo final es que estos hallazgos puedan aplicarse en terapias musicales para pacientes con deterioro cognitivo, daño cerebral o autismo. “La memoria musical se conserva incluso en fases avanzadas del Alzheimer”, recuerda Navarro. “Por eso estamos desarrollando talleres con música personalizada: canciones de su vida, melodías que despiertan recuerdos y emociones positivas”.

Estos talleres, que se celebran dos veces por semana, han reunido a más de 200 personas durante todo un año. “La respuesta ha sido increíble”, cuenta Navarro. “Han participado personas con Alzheimer, autismo, enfermedades musculares y también sordos, que llevaban mochilas vibratorias para sentir la música. Fue muy emocionante”. 

El proyecto de Sensogenoma ya tiene varios años

El doctor Federico Martinón, jefe de Pediatría del Hospital Clínico Universitario de Santiago y también investigador del proyecto, insiste en la prudencia: “Lo que buscamos es entender mejor cómo usar la música de forma dirigida. Hemos visto beneficios inmediatos, pero no podemos hablar aún de curas. Lo que sí sabemos es que la música tiene un efecto real y positivo en el cerebro”.

Con cada nota, con cada vibración, los investigadores gallegos están trazando un nuevo camino entre la emoción y la ciencia. “Estamos solo al principio”, admite Navarro, “pero cada concierto nos acerca un poco más a entender cómo la música puede ayudarnos a mantener viva la memoria”.