Los hechos de los que se les acusa a estos tres bomberos sevillanos, Manuel Blanco, Julio Latorre y José Enrique Rodríguez, ocurrieron el 14 de enero de 2016 cuando la ONG  que habían creado, Proemaid participaba en la isla de Lesbos en el rescate de refugiados sirios, afganos, iraquíes, paquistaníes que huían de la guerra en sus países y el avance del Daesh. Miles de personas se lanzaban al mar en situaciones tan precarias que su viaje terminaba en aguas del Mediterráneo, un mar que se ha convertido en un inmenso cementerio.

Manuel recuerda en COPE, aquel día, " era una noche muy oscura, el agua estaba muy fría, esa noche nosotros no disponemos de nuestra lancha, las embarcaciones en las que viajan los refugiados son muy malas, los chalecos que llevan no flotan ni llevan reflectantes no salvan a nadie y recibimos la llamada de una ONG danesa que nos piden que participemos en el rescate con ellos. Fuimos y al no encontrar a nadie, sin abandonar aguas griegas, regresábamos a puerto". Entonces "un barco de los guardacostas turcos nos abordan y entendemos que hay que parar y nos piden que les acompañemos a puerto. Al principio no nos dicen que estamos detenidos, pero en un momento determinado se nos dice que sí y que se nos acusa de facilitar la entrada a  personas no autorizadas".

Las autoridades turcas acusan a estos tres bomberos sevillanos de tráfico de personas. El juicio tendrá lugar en Lesbos el 7 de mayo. De momento, nuestros compatriotas están tranquilos porque pueden demostrar que "nosotros somos bomberos, nos dedicamos a salvar vidas, a rescatar a gente".

"Estamos absolutamente tranquilos" afirma Manuel, porque "incluso en le peor de los casos, aunque hubiéramos entrado en aguas turcas por desconocimiento o error, el Derecho del Mar establece en su artículo 98, "el deber de socorro", en el peor de los casos ese artículo dice que hay que socorrer a otro barco que se está hundiendo".

Por ello, Manuel asegura que en sus 25 años como bombero, "he visto de todo" por ello pese a la situación que están viviendo, "sabiendo a lo que nos exponemos, que es un mazazo para nosotros y nuestras familias", pese a todo eso, "lo volvería a hacer, fue un mazazo de realidad, sentí que no había hecho nada en salvamento y rescate hasta que ví a familias enteras con sus hijos que cruzaban el mar y te pones en su lugar y piensas qué quieres dejar en la tierra cuando su única salida es el mar.  El problema no son los que llegan, el problema es por qué salen. Nos dimos cuenta de que estábamos ante un drama de dimensiones de falta de humanidad".

De hecho estos tres bomberos, para los que se piden 10 años de cárcel por cada inmigrante rescatado, no han dejado de colaborar, siguen rescatando a personas, a refugiados que huyen en busca de una mejor vida, un futuro, sobre todo, para sus hijos, "hemos estado hasta hace poco en el Mediterráneo central ayudando en rescate y salvamento".