Se cumplen 30 años de una de las mayores atrocidades de la historia de la humanidad. Hablamos del genocidio que tuvo lugar durante la guerra de Ruanda y que acabó con la vida de más de 800.000 personas según las cifras oficiales. Este genocidio fue dirigido contra la población tutsi, pero también murieron miles de hutus que se negaron a participar en esta masacre. Justo un año antes de que estallara este conflicto, allí en Ruanda se ordenó como sacerdote el Padre Juan Berchmans.

Durante tres años, él fue el cura de un campo de refugiados en el que vivían 60.000 personas en chozas de plástico, sin ningún ánimo y sin saber si sobrevivirían. Se encontraba en el Congo a 20 kilómetros de Bukavu y estaba dirigido por los Misioneros Mercedarios y por las Hermanas de Jesús, María y José.

El Padre Juan nos explica que en julio de 1994 la situación que allí vivían era de “caos total”. Había “gente deprimida y niños abandonados en una situación muy complicada”.

Juan estaba recién ordenado sacerdote y con 25 años se vio envuelto en este panorama que era “casi incontrolable”. Asegura que la gente que se acercaba a él, lo hacía para buscar a Dios, para buscar el consuelo. Como Juan asegura, él allí hacía de todo. Era “sacerdote, juez, mediador familiar, era organizador de las escuelas y celebraba las misas”.

Hacía de todo con la ayuda de los jóvenes. Juntos se organizaban para dar a la gente de comer. También le daban clase a niños y sobre todo consolaban a la gente administrando los sacramentos, celebrando misas, bautizando, casando... “Era un trabajo desde por la mañana hasta más tarde de la noche” ha recordado.

“Hermanos Maristas mártires del Zaire”

Allí, Juan tuvo la oportunidad de conocer y trabajar con cuatro Hermanos Maristas españoles a los que asesinó el ejército ruandés. Ellos eran Fernando, Julio, Servando y Miguel Ángel. Así los ha recordado en Mediodía COPE: “Miguel era muy amigo mio. Él vivía en un campo en Bugove. Miguel me ayudó a pagar la factura de una señora que se había roto la pierna. No tenía dinero para ir a operarse y él me lo dio”.

El Padre Juan reconoce que aunque no estén declarados por la Iglesia, estos hermanos son santos. Relata que cuando todos tuvieron que huir de los campos de refugiados por el bombardeo del ejercito ruandés, ellos prefirieron quedarse en su casa cuidando a la gente que no podía huir. “Había más de 50.000 personas y había muchos enfermos. Ellos se negaron a huir y se quedaron con estas personas inhabilitadas por la enfermedad, por la vejez. Se quedaron también con los niños y con las embarazadas. Se quedaron allí, los mataron y los arrojaron a unas letrinas” ha contado a COPE.

También recuerda como hubo una orden de la Unión Europea de repatriar a todos los europeos que trabajaban en los campos de refugiados pero que ellos se negaron. Juan asegura que “se quedaron allí por el amor al prójimo”.

“Infierno en la selva”

Finalmente ese campo de refugiados en el que Juan vivía fue bombardeado. Muchas personas murieron y otras pudieron huir a la selva del Congo. Allí Juan pasó dos años escondido. Dice que vivían como animales: “cultivábamos y cosechábamos para comer. Vivíamos escondiéndonos porque querían matarnos a todos los refugiados de Ruanda”. Indica que vivía la vida día a día sabiendo que de un día a otro “iban a morir” pero gracias a Dios pudo salir.

Recuerda como allí la fe estaba muy presente: “Allí rezábamos el rosario, ayudábamos a los que no podían caminar por el cansancio o por la malaria. Buscábamos medicamentos naturales porque todo tipo de desgracias estaban presentes allí en la selva”.

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Después Juan viajó a Kenia y desde allí llegó a España para ser aquí sacerdote. Lleva 25 años en Alicante y es el párroco de los municipios de Relleu y Orxeta y también el capellán del hospital de Villajoyosa.

Por último, ha pedido oraciones para que termine allí el conflicto. Ha recordado que los vencedores de aquella guerra siguen en el Congo y en más lugares sembrando hoy la muerte y la tristeza.