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El día que cambió la vida de Leire: ser madre tras una mala decisión

Leire sufrió dos abortos y ahora se vuelca en la educación de su tercer hijo, a la vez que ayuda a las mujeres que han pasado por lo mismo que ella

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Natxo de Gamón
@NatxodeG

Redactor de Religión

Madrid

Tiempo de lectura: 5'Actualizado 18:27

La defensa de la vida es un asunto cada vez más polémico o, quizá, políticamente incorrecto. Cada vez, la vida está más amenazada por realidades como el aborto o la eutanasia. Por eso, este domingo, la plataforma Cada Vida Importaha convocado una concentración en la calle Serrano de Madrid para reclamar un mayor respeto a la vida humana desde el instante de su concepción hasta el momento de su muerte natural. La realidad en España cada vez es más preocupante.

Por ejemplo, en 2020, en España, 1 de cada 4 embarazos acabó en aborto. La pendiente resbaladiza por la que nos deslizamos es, cada vez, más empinada. Cuando se aprobó la Ley del Aborto en 1985, se despenalizó esta práctica sólo en tres supuestos: riesgo grave para la salud física o mental de la mujer embarazada, violación o malformaciones en el feto.

En 2020, sólo el 9 % de los abortos realizados en España estaban amparados por esos supuestos. Por si fuera poco, el Ejecutivo prepara una nueva ley aún más permisiva e ideológica que dé rienda suelta al aborto en nuestro país. Si a eso le sumamos la reciente aprobación de la ley de la eutanasia, en España está quedando un panorama desolador en lo que a la protección de la vida se refiere.

Cada Vida Importa

Una manifestación de la plataforma Cada Vida ImportaJ. J. Guillén / EFE


La historia de Gaby

Gaby es nicaragüense, tiene 34 años y lleva seis en nuestro país. Hace dos años, se quedó embarazada. Cuando llevaba 12 semanas de embarazo, unos análisis le advirtieron de que su hija llegaba con complicaciones. Tenía una malformación en el cerebro llamada holoprosencefalia, y los médicos que la atendían le recomendaron que abortara.

Gaby fue a una clínica abortiva y, en la puerta, se encontró con los voluntarios de la Asociación Más Futuro. Junto a ellos, llegó a la conclusión de que debía continuar con el embarazo. Martina, que así se llama su hija, murió 24 días después de su nacimiento. Gaby dice que disfrutó cada uno de esos días y, además, agradece la labor de los médicos de Cuidados Paliativos, que le ayudaron muchísimo en esos días.

Por desgracia, no todas las mujeres reciben a tiempo la información sobre lo que está sucediendo en su vientre durante el embarazo como para tomar la decisión correcta.

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La historia de Leire

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Es el caso de Leire, una madre que decidió terminar con su embarazo. Una decisión de la que ahora se arrepiente. En 2009, cuando sucedió todo, ella estaba casada, tenía trabajo... y, aún así, decidió abortar. "Te dices a ti misma, y a tu entorno más cercano, que no te viene bien. Que tienes muchas que conseguir aún: estabilidad en la pareja, estabilidad en el trabajo, una autonomía económica... y luego, la idea de que la maternidad te quita la libertad. Con 26 años, todo eso te agobia", explica Leire.

"Pero en lo profundo, en lo que luego he podido entender, es que me sentía muy sola. Y cuando te sientes absolutamente sola, esa noticia del embarazo es un impacto muy fuerte que recibes casi como una amenaza de supervivencia, porque dices 'cómo voy a hacer yo, si apenas me valgo para mí misma'. Y luego, también, que no corresponde al ideal que puedes tener tú en mente de poder tener todo lo que necesitas para que ese niño o niña cumplan con esa idea de familia feliz", señala esta madre.

Leire recuerda que no le costó mucho tomar la decisión de acabar con el embarazo. "Se puede tomar de la forma más rápida y sencilla que te puedas imaginar, porque hay un montón de mentiras construidas en el colectivo social que te crees".

"Cuando te sientes absolutamente sola, esa noticia del embarazo es un impacto muy fuerte, casi como una amenaza de supervivencia"

"Por un lado te crees que lo que tienes en el vientre es un amasijo de células, con lo cual, a partir de ahí, ya no hay ningún tipo de gravedad en sacarte eso, como quien se saca un quiste o lo que sea que incomode", afirma esta madre.

Por otro lado, las madres que acuden a estas intervenciones están en shock. "Se dice que si lo haces en un entorno seguro, en una clínica con las medidas de higiene necesarias, es inocuo. Dices 'yo me quito el amasijo éste de células, que ahora mismo me está volviendo loca, y ya está. Se arregló todo y yo con mi vida para adelante'. Y, claro, yo seguí creyéndome esto durante un tiempo", recuerda Leire

"Pero gracias a que yo estaba en terapia y he ido haciendo un trabajo introspectivo y también de conciencia y de romper muros y ganar sensibilidad... pues te das cuenta de que ese amasijo de células era la vida de mi hijo, que ya tenía su propia identidad. Si en ese momento, en la clínica, me hubiesen puesto una ecografía, hubiera podido escuchar su latido. Y hacer eso en conciencia ya es otra cosa. Pero es que allí vamos engañadas y en estado de shock", denuncia esta madre.




Prácticamente un año después, Leire vuelve a quedarse embarazada y, en esa ocasión, sufre un aborto natural. "Vuelve a ser un varapalo, pero con esta trayectoria de mucha falta de gestión emocional, vuelvo a construir un muro que me ayuda a contener el dolor que hubiera salido de forma natural. No solté ni una lágrima. Yo estaba muy ilusionada con ese embarazo pero me vi incapaz de abordar ese dolor, no le realicé ningún tipo de duelo y, con un nuevo muro, seguí para adelante con mi vida. Hasta que eso explotó".

Desde entonces, Leire ayuda a mujeres que han pasado por una situación similar a la suya. "Lo que normalmente necesitan es sentirse acogidas. Es un dolor muy fuerte, muy profundo, al que le suele acompañar un sentimiento de culpa, porque encima nos creemos que hemos ido voluntariamente, cuando no es real. La voluntad se ejerce cuando estás en un estado de tranquilidad, cuando tienes toda la conciencia y la información, por ejemplo, ver a tu hijo en una ecografía, y tener alternativas de apoyo. Con todo eso, ya puedes decir 'mi voluntad es interrumpir violentamente mi embarazo'. Pero realmente, no ejercemos la voluntad, porque vamos como medio zombis".

"Me cuentan historias de que pensaban que no podían sacar ese embarazo adelante por la situación que sea. Puede ser por una amenaza de la pareja, porque hace poco han tenido unos gemelos y, cuando empiezan a ver la luz, viene este nuevo hijo con un embarazo igual un poco dificultoso... Ellas han escuchado mi testimonio y ven que hay alguien que las va a entender", explica la madre




"En muchos casos es conmigo la primera vez que se atreven a sacar ese dolor, porque hasta ahora no han sentido que en su entorno nadie las vaya a acoger y comprender. Simplemente les dicen 'has hecho bien, no te atormentes por eso, era lo mejor para ti...' y no les dan espacio a soltar ese dolor, a mostrar lo mal que se sienten porque era su hijo y ya no lo tienen... Hay algunas que han venido a mi después de haber intentado tres veces quitarse la vida y ahora han salido de eso y tratan de volver a la vida", señala Leire.

Ahora, Leire ha vuelto a ser madre. Su hijo, que se llama Lander, tiene 4 años. "Es un niño súper respetado, súper amado y, en parte, porque se está llevando todo lo que sus dos primeros hermanos no se pudieron llevar. Para mí, Lander es un regalo que disfruto cada día", concluye.

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