El poder sanador de la escucha

Escuchar es una forma de amar. Es decirle al otro que su vida importa incluso cuando no tenemos respuestas ni soluciones. Porque detrás de cada silencio puede haber un grito, y detrás de cada mirada, una súplica. León XIV dedica su intención de oración de este mes a recordarnos la necesidad de apoyar y acompañar a quienes combaten con pensamientos suicidas. Mario Alcudia reflexiona esta semana sobre la importancia de una escucha que no juzga, una presencia que consuela. Tal vez no podamos resolver los problemas pero podemos ofrecer algo inmenso: nuestra presencia, nuestro tiempo, nuestro corazón y con eso, salvar vidas.

Redacción Religión

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Hay palabras que se pronuncian con fuerza, pero hay silencios que gritan más que cualquier discurso. Vivimos en una sociedad saturada de mensajes, opiniones y prisas, donde lo más difícil no es hablar, sino escuchar. Escuchar de verdad: con el corazón abierto, sin juicios, sin respuestas prefabricadas. Porque detrás de cada persona que sufre hay un clamor callado que pide auxilio, y muchas veces no lo oímos porque estamos demasiado ocupados en nuestro propio ruido. 

El Papa León XIV, en su intención de oración para este mes, nos recuerda algo esencial: hay hermanos que “viven en la oscuridad y la desesperanza”, combatiendo pensamientos suicidas. Su invitación es clara: que encuentren en la comunidad el apoyo, el cuidado y el amor que necesitan para abrirse a la belleza de la vida. No es una frase piadosa, es una llamada urgente a la escucha; a la escucha auténtica que no busca controlar ni resolver de inmediato. Busca acompañar. Y acompañar, precisamente, es lo que más falta hoy. Cuando alguien se siente escuchado sin condiciones.

Quizá este sea el gran desafío para nuestras comunidades; pasar de ser lugares donde se habla mucho a ser hogares donde se escucha más. Que nuestras parroquias, grupos y familias sean espacios donde el silencio no sea vacío, sino acogida; donde la palabra no sea sentencia, sino consuelo. Porque escuchar es evangelio puro: es sanar heridas invisibles, abrir horizontes y devolver esperanza.

En tiempos de desesperanza, la escucha es profecía. Tal vez hoy alguien cerca de ti necesita eso: que le escuches. Sin más. Porque, como nos recuerda el Papa, la belleza de la vida se descubre cuando alguien nos hace sentir que no estamos solos.

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