Rubén, de ocho años: "Se metían conmigo todos los días. Mi madre tuvo que cambiarme de colegio y llevarme a kárate porque el centro no le hacía caso"

El informe Cisneros asegura que uno de cada cuatro alumnos españoles ha sufrido acoso escolar

Álvaro Fedriani

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El arranque del curso es, para muchos niños, un momento de ilusión y de nervios. Pero para otros significa volver a enfrentarse a un enemigo invisible: el acoso escolar. Rubén Rondón, comenzó a sufrir bullying a los ocho años y su testimonio refleja el calvario que atraviesan miles de menores. 

"Se metían conmigo todos los días. Mi madre terminó por cambiarme de colegio, pero, hasta que lo consiguió, me apuntó kárate porque las profesoras y el centro no le hacían caso", recuerda Rubén. Y es que, según el informe Cisneros, uno de cada cuatro alumnos españoles ha sufrido acoso escolar.  Es cierto que cada vez la sociedad está más concienciados sobre este problema. Pese a ello, todavía nos queda un largo camino por recorrer. 

el papel del centro

El doctor Javier Quintero, jefe de psiquiatría y salud mental del Hospital Universitario Infanta Leonor, explica que la primera respuesta debe ser del centro educativo: "lo primero que tienen que saber los acosados es que no están solos. El colegio tiene la obligación de poner a funcionar todas las medidas de protección en torno a ese alumno que está siendo siendo acosado".

El psiquiatra recuerda, además, que el acoso escolar no es un simple conflicto de convivencia, sino  que "es una dinámica sostenida en el tiempo que rompe el equilibrio de poder entre iguales". 


 Las cicatrices invisibles: autoestima y aislamiento  

Una de las consecuencias más graves del bullying, dice Quintero, es su impacto en la autoestima de los adolescentes. "Un niño está construyendo su autoestima, es decir, la valoración que hace de él mismo, y su autoconcepto, que es lo que me dicen mis padres, amigos y compañeros. Cuando una fuente importante en la adolescencia, como el feedback de mi entorno, me dice que soy raro o un desastre, eso menoscaba mi autoconcepto, con lo cual mi autoestima va a estar destrozada".

Pero en el acoso no solo intervienen la víctima y el agresor: el doctor asegura que hay otros implicados, los llamados "testigos pasivos", que juegan un papel determinante. "Hay mucha gente alrededor que acompañan al acosador y le ríen las gracias, pero a mí me importan más los testigos pasivos, es decir, todos aquellos que, viendo lo que pasa, no hacen nada". 

Esa pasividad, advierte, puede convertirse en gasolina para la humillación, especialmente en las redes sociales: "desde el anonimato, muchas veces esos testigos pasivos acaban secundando las dinámicas de acoso, dándole me gusta o haciendo viral algún contenido dañino para la víctima".

El aislamiento o los cambios repentinos en la conducta de nuestros hijos son signos evidentes de que algo no va bien. "De repente hay un cambio en la conducta, en lo emocional. El niño empieza a estar raro las tardes de los domingos y las mañanas de los lunes: no quiere ir al colegio, se siente incómodo. El acoso suele consistir en que el niño es excluido en los recreos, en el patio, en las dinámicas de grupo. Eso se manifiesta en el menoscabo de la autoestima y los cambios emocionales", explica el psiquiatra del Infanta Leonor.

un peligro llamado internet

El doctor también advierte de las consecuencias que tiene el impacto del acoso en internet: "los móviles y los ordenadores son un riesgo, claro. El acoso 'tradicional' se limitaba geográficamente al colegio. Cuando el acosado volvía a casa, estaba tranquilo, encontraba seguridad. El ciberacoso, por el contrario, hace que no esté seguro en ningún sitio. Eso provoca que muchos de los chavales que viven situaciones de estas características sufran cuadros de ansiedad mantenida en el tiempo".

Quintero insiste en que, tanto la prevención, como la intervención temprana, son esenciales: "lo primero que tenemos que hacer es sentarnos y hablar con nuestros hijos. A partir de aquí, el colegio tiene una obligación in vigilando. Es decir, hay cosas que el cole tiene que hacer. Nosotros como padres debemos acercarnos al colegio y poner en conocimiento del tutor, del director, o de quien sea el responsable que está ocurriendo una situación de acoso".

El doctor termina lanzando un mensaje directo a los jóvenes que sufren bullying: "Pedir ayuda es fundamental y luego es clave que sepas que no importa lo que hayas hecho, no eres culpable".