Rosalía, Hakuna o Íñigo Quintero, referentes de una generación que expresa su fe sin miedos ni complejos: "Se ha producido ese fenómeno de salir del armario”
'La Tarde' analiza con el profesor de la Universidad de Navarra, Ricardo Calleja, el auge de la espiritualidad entre los jóvenes: "Buscan rezar a veces solos, a veces acompañados, todo con un toque más identitario, con una dependencia más fuerte de la compañía del otro"
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'Mio Cristo' es una de las canciones de 'Lux', el nuevo disco de Rosalía que ha dado la vuelta al mundo. El tema es en italiano, donde la artista catalana combina los versos religiosos con los ritmos contemporáneos. Un disco con el que Rosalía aborda el vacío espiritual que tantos jóvenes sufren en el mundo de hoy.
En 'Lux', Rosalía ahonda en su espiritualidad, algo poco frecuente en la generación a la que ella pertenece, criada en un mundo hiperconectado y donde la Religión ocupa un plano muy secundario en sus vidas. O al menos así nos lo han vendido. ¿Y si fuera al contrario, y la generación Z está buscando sentido y trascendencia?
Ejemplos hay muchos recientemente. Hakuna llena estadios; el artista Íñigo Quintero, sin promoción y solo con su voz y piano su canción fue de las más descargadas en Youtube a nivel mundial en octubre de 2023; Topuria no esconde su fe en sus triunfos deportivos, el influencer granadino Pablo Garna anunció que dejaba las redes para ingresar en el Seminario; la película 'Los Domingos', que retrata el redescubrimiento de la fe, ha resultado premiada en el Festival de San Sebastián.
En España además se ha producido un repunte del catolicismo, especialmente entre las nuevas generaciones. Los católicos que van a misa han pasado desde la pandemia del 24 al 26%. Sin embargo, el profesor del Máster de Cultura Contemporánea y Cristianismo de la Universidad de Navarra, Ricardo Calleja, se resiste en 'La Tarde' a que la lectura de esta realidad sea “que vuelve la espiritualidad” como si fuera “caspa sobre los hombros para volver al pasado, sino que es algo nuevo y creativo”.
Una generación que puede satisfacer los impulsos pero sin posibilidad de conseguir sus proyectos vitales
En este sentido, Calleja hace alusión a lo que Benedicto XVI denominaba “minorías creativas” para referirse a ese pequeño porcentaje de jóvenes católicos que se caracterizaban por ser muy creativos, y que para el profesor esta propuesta actualmente “se lleva el gato al agua porque no hay otra propuesta comparable”.
A juicio del profesor de la Universidad de Navarra, la precariedad, la ansiedad o la búsqueda de referencias podrían estar en esta creciente inquietud espiritual entre los jóvenes “El ser humano tiene tres tipos de deseos: los impulsos, que necesitan ser satisfechos inmediatamente; los proyectos que para los jóvenes se ha roto como el trabajo, la familia, la vivienda; y los anhelos, que son cosas que deseamos profundamente pero no podemos garantizar por nosotros mismos”.
A raíz de este razonamiento, Ricardo Calleja sostiene que en un mundo que ofrece a los jóvenes “poder satisfacer sus impulsos permanentemente”, ha generado experiencias que “no llevan a la liberación como se promete, sino a una saturación y una frustración”. Ello, unido a la imposibilidad de que los jóvenes saquen adelante sus proyectos vitales, “es normal que nos volquemos en encontrar sentido en esto”.
Autenticidad y con tono identitario: así viven la fe los jóvenes de hoy
A juicio del profesor del Máster de Cultura Contemporánea y Cristianismo de la Universidad de Navarra, la búsqueda espiritual de los jóvenes se caracteriza por la autenticidad, que “le da un toque cero institucional, cero previsible que lo hace atractivo y a la vez desconcertante para la gente que identificaba religión con un cierto modo de hacer las cosas, una cierta estructura”.
Una autenticidad, añade, que es consecuencia de una juventud “que se sabe minoría en cuanto a los creyentes y cuanto uno es minoría se da cuenta de que demuestra que existe o desaparece”.
De ahí que la forma de manifestar la fe entre la generación Z se caracterice por su tono identitario y sin complejos frente a lo que ocurría hace años, cuando “la fe que se vivía con cierta discreción, era desaconsejable. Ahora se ha producido ese fenómeno de salir del armario”, subraya.
Para ilustrar la diferencia entre los jóvenes de hoy y hace dos décadas a la hora de manifestar su fe, ha puesto de ejemplo a un profesor nigeriano que estuvo en el Colegio Mayor del que Ricardo Calleja es su director.
“El profesor estaba asustado porque me decía que estos chicos son los más educados, los más inteligentes, los más atentos, pero nadie reza, nadie está en la capilla. Veinte años después de aquello es al contrario, los chicos jóvenes católicos con facilidad rezan, buscan rezar a vece solos, a veces acompañados, todo con un toque más identitario, con una dependencia más fuerte de la compañía del otro, de la emotividad”, ha opinado Calleja.