Una psicóloga explica el truco para no molestar a tu hijo mientras está estudiando y, a la vez, ayudarle: muchos lo hacen mal

La psicóloga Macu Gortázar analiza en ‘La Tarde’ cómo los padres pueden ser un apoyo real sin convertirse en fiscalizadores

Estudiantes preparando la PAU en Cantabria
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Estudiantes PAU

Lorena Costa

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A punto de terminar mayo, los hogares se llenan de apuntes, estrés y preguntas. ¿Estoy apoyando bien a mi hijo? ¿Le exijo demasiado? ¿Qué pasa si suspende? Estas dudas no son ajenas a ninguna familia. Tal y como comenta la psicóloga Macu Gortázar en el programa La Tarde, los exámenes no solo son una prueba académica, sino también un reto emocional para jóvenes… y padres.

“El suspenso nos asusta —admite Gortázar— porque sentimos que el futuro de nuestro hijo puede truncarse. Pero también hay una lucha interna: sé que tengo que poner límites, pero también sé que no es tan grave. Y esa tensión genera un gran malestar emocional en los adultos”.

LA EBAU Y LA PRESIÓN CONSTANTE

No todos los exámenes son iguales. Y tampoco lo es la carga que implican. Como señala Gortázar, en etapas como la EBAU, la ansiedad se dispara. “La presión viene de todas partes: el colegio, la familia, los compañeros y uno mismo. Se enfrentan a decisiones que parecen definir el resto de sus vidas, y eso les genera una ansiedad muy real.”

Una clase de Universidad antes de los exámenes

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Una clase de Universidad antes de los exámenes

reacciones distintas, estrategias distintas

Hay adolescentes que se bloquean, otros que se aíslan, y algunos que simplemente parecen no tomarse nada en serio. “La clave es gestionar primero nuestras propias emociones como padres —advierte la psicóloga—. Si vamos desde la rabia, solo obtendremos más defensas por parte de ellos”.

Gortázar aconseja preguntarse qué queremos conseguir con nuestras reacciones. “¿Queremos que se esfuerce más? ¿Que entienda qué ha hecho mal? Primero hay que definir eso, y luego actuar con coherencia.”

ACOMPAÑAR NO ES CONTROLAR

Muchos padres caen en el error de repetir como mantra: “¿Has estudiado ya?” Pero acompañar va más allá. Según Gortázar, lo importante es “estar disponibles, preguntar cómo se sienten, ofrecer ayuda si la necesitan. Que sepan que estás ahí sin invadir”.

Para ella, es crucial “preguntar más e inferir menos”. A veces, ver al hijo con el móvil no significa que no haya estudiado. Y antes de sacar conclusiones, conviene simplemente… preguntar.

Examen de acceso a la universidad en CantabriaEl 93,22% de los estudiantes presentados en Cantabria a la Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU) la ha superado, según datos del Servicio de Gestión Académica de la Universidad de Cantabria (UC).POLITICA CASTILLA Y LEÓN ESPAÑA EUROPA LEÓN SOCIEDADULE

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Examen de acceso a la universidad en Cantabria

CUANDO EL MIEDO BLOQUEA

Uno de los perfiles más comunes en época de exámenes es el del alumno que se exige tanto que acaba paralizado. “Aquí los padres deben convertirse en esa calma que sus hijos no encuentran dentro”, indica Gortázar. Relatar experiencias propias, normalizar los nervios, recordar el valor del proceso y no solo del resultado: todo suma. “Hay que ayudarles a bajar el foco del futuro lejano y pensar en lo inmediato: qué puedes hacer hoy, mañana. Pasos pequeños que reduzcan la ansiedad.”

Frente al alumno angustiado está el que parece indiferente. Para estos casos, Gortázar recomienda una mirada profunda: “¿Está desmotivado, frustrado, perdido? Muchos chavales no estudian porque no se ven capaces o no encuentran su sitio. Y ahí los padres deben observar, preguntar y proponer sin imponer”.

Proyectar expectativas puede ser un error grave. “A veces el problema es que el padre quería un abogado y el hijo quiere otra cosa. Cuesta, pero hay que soltar esa imagen ideal.”

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Para muchos jóvenes, el sistema educativo no se ajusta a sus capacidades o intereses. “Hay chavales con seis suspensos que luego montan empresas y triunfan. Porque lo importante no es sacar dieces, sino descubrir el propio camino. Y ahí los padres deben aprender a acompañar sin dirigir”, concluye Gortázar.

Así, en medio de apuntes, enfados y expectativas, la mejor ayuda parental quizá sea la más silenciosa: presencia, escucha y confianza. Sin gritos, pero con guía. Sin miedo, pero con responsabilidad. Y siempre, con afecto.

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