La Foto: ¿Se puede tener nostalgia de un sitio en el que no has estado?

Madrid - Publicado el - Actualizado
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La foto que hoy ha capturado la atención me ha llenado de nostalgia. ¿Se puede tener nostalgia de un sitio en el que no has estado? La foto está tomada en Mazar-e Sarif, un pueblo al norte de Afganistán, en un establo con techos altos. Las paredes de ladrillos apenas cocidos, las paredes encaladas hace mucho tiempo. Por una ventana con el marco de madera se cuela una luz tímida. En una esquina se apiñan leños sin cepillar. Y en el centro de la cuadra una piedra de molino sobre la que hay una gran cuba. Un niño remueve la molienda que no es ni de aceituna ni de trigo sino de ajonjolí, de la simiente de la alegría, del sésamo áspero y simpático. En la cuba hay centenares, miles de semillas pequeñas y rubias. Uncido al gran tronco con el que gira el molino, un camello pequeño. En los andares de un camello siempre hay algo extraño, algo que está fuera de lugar pero que no sabes qué es. En el porte de un camello hay algo extraño, parece un dragón inocente con el cuerpo de un ovejón. En fin, en la cara del camello, hay el aire de un necio que esconde sabiduría. El camello de la foto era todavía pequeño para una travesía helada, para un viaje en pleno invierno, para un viaje con ventiscas insidiosas, con largas e interminables cabalgadas, con pesebres vacíos. No, al camello pequeño no se lo han llevado. Se han ido los mayores, con los sabios se han ido los camellos experimentados. Y volverán y lo contarán todo. También allí, lejos, había sésamo y molinos. Allí, lejos, también había un establo, y dentro unas bestias. Allí lejos, había un niño muy blanco, y una madre que parecía una niña. No es fácil de olvidar aquel establo. Sólo había una semilla.