
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La foto que me ha llamado la atención la he visto hoy en la sección de Madrid del País. Es la foto de la ventana de una cafetería, una ventana que llega hasta el suelo, una ventana encajonada entre dos jambas de granito gris. Entre la piedra dura, el vidrio y detrás del cristal una joven con aspecto frágil. La chica, muy elegante, con un jersey de cuello de cisne, un jersey blanco a juego con unas zapatillas del mismo color y unos pantalones de crema, lee algo en la pantalla del ordenador. Acaba de almorzar de forma frugal. Una ensalada y un poco de agua. En la ventana, con un letrero de letras de cafetería antigua, se anuncia desayunos y algunos productos ingleses. La chica de la foto, cisne en un estanque de cafetería, alarga el cuello de vez en cuando y busca, con melancolía, algo entre los peatones que van y vienen, entre los rostros con mascarilla, entre los coches. Se ha levantado esta mañana la chica de la foto con alma de niña, con la sensación de que todos los adultos son unos pesados: su novio, su jefe, su amiga del alma, su amiga que le cuenta que ha tenido que suspender otra vez su viaje Tailandia, todos los adultos son unos pesados, todo lo se le antoja a la chica de la foto extraño, ella misma delante del ordenador y del plato con dos trozos de lechuga que se han quedado sin apurar, se siente extraña. Y levanta insistentemente su cuello de cisne intentando ver algo que no sea mentira, que no esté condenado a ser imposible.