Eddie Chapman llegó a proponer al MI5 atentar contra Hitler. El ataque quería realizarlo a su regreso a Alemania, y se llegó a trazar un plan para colocarlo cerca del podio del Führer durante uno de los habituales mítines nazis. Sin embargo, debido a motivos que no fueron revelados por los documentos oficiales, el intento de magnicidio no se llevó a cabo e incluso se pidió al espía inglés “no realizar ninguna empresa loca”.

Otra de sus hazañas más conocidas tuvo lugar en Noruega. Fue enviado a ese país con la misión de enseñar en una escuela alemana de espías en Oslo, pero tras la Operación Overlord, el Desembarco de Normandía, fue enviado de nuevo a Gran Bretaña para informar a los alemanes sobre los misiles V-1. Sin embargo, pasó de nuevo a estos información contradictoria, lo que serviría para que los artefactos siguieran errando en su objetivo al ser lanzados contra los aliados. Después, regresaría de nuevo a Oslo con más información falsa, en una frenética carrera contrarreloj para frenar las ambiciones nazis.

Gracias a sus labores de espionaje, los aliados pudieron conocer de primera mano algunas informaciones vitales para la conducción de la guerra y el desmantelamiento de la seguridad de la Abwehr.