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LA NOCHE DE ADOLFO ARJONA

Sean Sellers: “El satanismo me enseñó a ser mejor persona"

Abrimos el expediente de un joven que mató porque escuchaba voces en su cabeza

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MÁLAGA

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 00:01

De su padre apenas tenía recuerdos. Su madre, Vonda, era una adolescente inmadura, despreocupada de su hijo. Tampoco tenía amigos... no había echado raíces en ninguna ciudad porque durante años (en aquella América de los 70) estuvo recorriendo el país con su madre y su nueva pareja, un camionero llamado Paul. Aquellos ingredientes se convirtieron en el perfecto caldo de cultivo para la mente desquiciada de Sean Sellers, un joven californiano... solitario, introvertido... e inteligente... atraído por la violencia y también por el satanismo. Ese, el de Satán... fue su camino a la perdición.

Era el 4 de marzo de 1986. Mientras el silencio imperaba en la quietud de la noche, Sellers llevó a cabo su plan: abrió con sigilo la puerta de la habitación y, acto seguido, disparó a su padrastro con una pistola del calibre 44... un arma que le había robado a la propia víctima. Su madre intentó escapar, pero el intento fue en vano: un primer disparo en la mejilla... una segunda bala en la cabeza.

Dos días después, aquel joven de 17 años era detenido. En septiembre de aquel año 86, comenzaba el juicio contra él. Sus abogados trataron de hacer creer al jurado que no había sido consciente de sus actos... que unas voces en su cabeza le habían inducido a matar... que el demonio le había poseído. Aquella estrategia de defensa no dio sus frutos: Sellers fue condenado a pena de muerte.

Pasaron varios años hasta que la condena se cumplió: el 5 de febrero de 1999 fue la fecha señalada para el ajusticiamiento. Sus últimas palabras fueron: “Toda la gente que me odia ahora y que está aquí esperando para verme morir, cuando se levante por la mañana no se va a sentir diferente”

El protagonista del expediente de esta noche, Sean Sellers, nació el 18 de mayo de 1969, en California. Durante su infancia sufrió las consecuencias de formar parte de una familia desestructurada. Quizá por ello, ya a los dieciséis años se había convertido en un cruel asesino que aseguraba oír voces en su cabeza que lo empujaban a matar. Sus víctimas fueron tres.

Voces en la cabeza

En La Noche de Adolfo Arjona contamos con Sergio Cámara, Profesor de Derecho penal y Criminología de la Universidad a Distancia UNED, para analizar este expediente.

Estamos frente a un hombre que desde los seis años escuchaba voces en su cabeza que lo increpaban y lo ridiculizaban. Voces que eran tan frecuentes para él, que llegó a creer que era algo normal, que todo el mundo podía oírlas. A los catorce años ya formaba parte de una extraña secta que había formado con algunos amigos… Sellers se extraía sangre y la guardaba en su nevera como si de un alimento se tratara. "Además de escuchar voces, mostró una conducta paranóide, se obsesionó con el bien y el mal. con Dios y con el demonio y comenzó a interesarse cada vez más por el satanismo".

Crímenes

A los ritos satánicos se sumó el consumo de drogas… Una bomba explosiva que provocó que en septiembre de 1985 cometiera su primer asesinato a sangre fría. En 1985 mató a Robert Paul Bower, un empleado de una tienda que se había negado a venderle cerveza. Reconocería el crimen años más tarde.

Después de aquello Sellers no solo no tuvo remordimientos de ningún tipo, sino que, además, en una redacción que realizó en la escuela a petición de su profesora, confesó su adicción al satanismo: “El satanismo me enseñó a ser mejor persona. Soy libre. Puedo matar sin remordimientos”. Y así fue como mató a su madre y a su padrastro en la madrugada del 4 de marzo de 1986.

Mató de un tiro en la cabeza al padrastro mientras dormía… ni se enteró de lo que pasaba, pero sí su madre que se despertó por la detonación… inmediatamente le disparó en la mejilla y después otro en la cabeza. Sellers fingió un robo con violencia revolviendo todo dentro de la casa y buscó la coartada de haber pasado la noche con un amigo igual de zumbado que él.

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Detención

El 6 de marzo de 1986, Sean Seller fue detenido y acusado de cometer tres asesinatos en primer grado: el del joven tendero y el de su padre y su padrastro. El jurado deliberó durante veinticuatro horas, encontrando a Sellers culpable de todos los cargos. Aunque era menor de edad, fue sentenciado a muerte. Pidió en varias ocasiones su indulto, pero siempre fue denegado, incluso después de que se convirtiera, allí en prisión, al cristianismo.

A los 29 años, después de una estancia de trece años entre rejas, fue ejecutado con una inyección letal.

Enfermedad mental

Los abogados de Sellers intentaron demostrar que sufría una enfermedad mental, pero expertos en psiquiatría argumentaron que cualquier enfermedad mental real habría sido diagnosticada poco después del arresto de Sellers y no siete años después. Además, los funcionarios de prisiones aseguraron que era evidente que Sellers recibía asesoramiento e incluso entrenamiento por parte de sus abogados y que ensayaba una supuesta enfermedad mental.

Para saber si esposible engañar a un profesional de la psiquiatría, si es posible fingir una enfermedad mental, hemos invitado a la Noche de Adolfo Arjona al psiquiatra José Cabrera.

Quiero saludar a José Cabrera, pisquiatra , buenas noches.

Lo primero que queramos saber es qué pruebas se hace a una persona, en este caso un joven condenado por un triple asesinato, para determinar si sufre una enfermedad mental. "En psiquiatría no tenmemos una pruaba objetiva, no podemos sacar una radiografía, somlo contamos con nuestra experiencia, el diálogo pero al final es la experiencia del entrevistador es la clave"

La actitud corporal puede ser una fuente de información. "Cuando alguien te dice una cosa pero su cuerpo expresa otra, algo ocurre",

"Engañar a un profesional de la psiquiatría es muy dificil" asegura el psiquiatra José Cabrera.

El ajusticiamiento de Sean Sellers se produjo el 5 de febrero de 1999, a las 00.17 horas. Para su última cena pidió comida china; rollitos de huevo, camarones agridulces y camarones rebozados. Antes de morir, dijo: “Toda la gente que me odia ahora y que está aquí esperando para verme morir, no se va a sentir diferente cuando se levante por la mañana”.


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