Hay lugares que huelen a historia. Sitios que, con sólo cruzar el umbral de su puerta, te transportan a otras épocas. Puede ser la decoración, el olor, los sonidos... lo que está claro es que algo especial tras sus paredes. Pero por desgracia, muchos de estos recintos pasan desapercibidos para muchos ciudadanos, que pasean por delante sus fachadas sin tener ni idea de la riqueza que esconde su interior. Es el caso del Archivo Histórico Nacional.

A lo mejor alguna persona piensa que los Archivos son lugares pequeños, con poca luz donde trabajan personas con la cabeza pegada a un folio descifrando su contenido... nada más lejos de la realidad.

Juan Ramón Romero es el director de esta institución. Ha contado a COPE que hay 45 kilómetros de estanterías en este centro a rebosar de documentos: “Pero falta espacio. Es uno de los retos a los que se enfrenta la Administración General del Estado”.

Además de documentos en papel hay objetos de todo tipo y condición: sellos, mapas, mesas, camas...

El Archivo nació en el año 1866, hace 153 años. Lo fundó la Reina Isabel II, con la misión de conservar los testimonios escritos de la historia de España.

En los depósitos del Archivo están los documentos que narran la cotidianidad de la vida de los ciudadanos desde el

siglo octavo hasta hoy... Visitar uno de estos depósitos es viajar, literalmente, en el tiempo. ¿Te imaginas ver el documento en el que Miguel de Cervantes pidió la concesión para que publicaran una obra que había escrito... sobre un ingenioso hidalgo...en la Mancha...? Pues allí está. Documentos de los procesamientos de la inquisición, o también cartas de amor manuscritas por el conquistador Francisco de Ulloa a su amada Constanza. Las condiciones en las que están conservados estos archivos son muy especiales para ayudar a su conservación.

Esta institución se enfrenta a nuevos retos, por ejemplo, cómo procesar y documentar los documentos nativos digitales... Una misión fascinante pero para la que se necesitan infraestructuras capaces de gestionar toda esa documentación.

Este edificio está ubicado en la calle Serrano, dentro del complejo del CSIC... Además todos los documentos allí guardados están digitalizados, de forma que a golpe de click podemos verlos desde casa.

Las personas que trabajan allí son como esos duendes que ayudaban al zapatero por las noches a terminar su trabajo: silenciosos, constantes y eficientes. Son los guardianes de nuestra historia... los cancerberos de nuestra identidad.

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