Hace una semana, cerca de 30.000 jóvenes se presentaron al MIR, la prueba más exigente a la que se enfrenta un médico y que determina la especialidad en la que se van a formar después como profesionales. Pero, ¿qué ha sido de aquellos doctores que hace un año lograron el acceso a su residencia?

La pandemia ha cambiado la metodología de enseñanzas como traumatología o cirugía. Antes, era una formación presencial, ahora, sigue un formato híbrido con una parte de asimilación de conceptos que se realiza de manera online y otra, la más práctica, que obliga a que el alumno acuda al aula. Es en estos momentos en los que, podríamos decir, la docencia recupera ese sistema clásico pero que ahora obliga a imponer protocolos covid para evitar los contagios de coronavirus entre los alumnos.

Detrás de estos cursos que reciben los médicos, del presente y el futuro, se encuentran instituciones como el Centro de Cirugía de Mínima Invasión de Cáceres. En él utilizan incluso un sistema de simuladores que, prácticamente, recrea las condiciones de un quirófano para que los profesionales tan solo deban centrar su atención en la técnica que están aprendiendo o perfeccionando. De hecho, según explica el doctor Javier Sánchez, “el piloto que está en una cabina de simulación de vuelo, o el cirujano que está practicando en un simulador físico o virtual, tiene una capacidad mucho mayor capacidad de aprendizaje cuando lo está haciendo sin la sensación de que un posible error suyo puede ocasionar una desgracia”.

Una nueva metodología de enseñanza que está facilitando que los alumnos puedan recibir una masterclass con expertos a los que, en el pasado, jamás podrían haber tenido acceso por problemas de agenda o distancia. Sin embargo, esa nueva formación online también plantea desafíos que, poco a poco, la propia tecnología se está encargando de solucionar. Antes operar a distancia parecía cosa de ciencia ficción, hoy es una realidad.