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El drama de Félix: jubilado, con 85 años, se deja sus ahorros en su casa y los okupas acaban con su sueño

La Linterna de COPE analiza los tres principales problemas de la vivienda en España a través de testimonios de propietarios e inquilinos

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Tiempo de lectura: 5'Actualizado 22:42

El Congreso ha aprobado la nueva Ley de la Vivienda que permite, entre otras cosas, que las comunidades y los ayuntamientos puedan limitar los precios de alquiler en zonas tensionadas, establece mecanismos para ampliar la oferta de vivienda social y reduce el número de pisos en propiedad para ser considerado un gran tenedor. Pero para muchos, esta norma no consigue reducir los principales problemas que hay en nuestro país.

Los tres problemas que existen en la vivienda en España

El primer problema tiene que ver con el alquiler. Indiscutiblemente, el precio continúa su alza de manera imparable y ha superado los máximos de la burbuja inmobiliaria de hace 15 años. Ahora mismo, el precio medio del alquiler de una vivienda es de 11 euros por metro cuadrado. Hablamos de un nuevo máximo histórico superando hasta en un 14% el tope que se alcanzó en 2007. Mira Isabel trabaja como auxiliar de enfermería en el Hospital San Rafael, en Madrid: “Estamos buscando piso por la zona centro de Madrid. Un piso pequeño para los dos que tenga lo básico para vivir. Lo que nos estamos encontrando es lo que nos esperábamos porque es una zona cara y sabíamos que nos iba a costar encontrar algo acorde a nuestras posibilidades”.

Isabel contenta, le va bien y le gusta su trabajo, pero lo que más le preocupa ahora mismo es poder encontrar un sitio en el que vivir. No está siendo fácil de encontrar. Y eso que tanto ella como su compañero tienen un trabajo y un sueldo: “Es un piso bastante pequeño y el precio es un poco desproporcionado”. A todo esto, hay que añadir otra dificultad: convencer al casero de que eres la persona adecuada para vivir en el piso: “Nos piden que los dos tengamos empleo con contratos indefinidos. Y tenemos que entregar las tres últimas nóminas para asegurarse de que somos solventes para pagar el alquiler”.

También es necesario ponerse en el lugar del propietario. María tiene una propiedad en Santander y asegura que como todo en la vida, con el alquiler hay cosas buenas y malas: “El piso se lo alquilé a una chica sola, luego tuve a una pareja y ahora lo tengo a un señor que está trabajando y vive solito. La experiencia es buena porque nunca me han dejado de pagar, pero el problema es que te dejan los pisos muy sucios, no lo limpian”. Aunque son pequeñas pegas, asegura que está muy contenta con la gente que entra a vivir de alquiler en su propiedad. Jóvenes, no tan jóvenes, casados o en grupos de amigos… clientes de todo tipo que buscan en el alquiler una manera de poder disfrutar de una propiedad. Para María el ofrecer este tipo de negocios supone una gran ayuda para su economía: “Es una manera de sacarle un dinero a los locales que ahora no se venden y el piso también, es una forma de tener un sueldo al mes”.

El segundo problema es el de la compra venta de pisos en España. Para que te hagas una idea, el precio para comprar se ha disparado un 7,4% en 2022, registrando así su noveno repunte consecutivo y su mayor alza desde 2007. Cada vez es más difícil encontrar una vivienda asequible a cualquier bolsillo. Din es uno de los muchos jóvenes que quieren independizarse, pero que, por ahora, no puede pagar lo que le piden: “Te encuentras con precios totalmente desorbitados y surrealistas que no son asumibles para la mayoría de la gente, y en solitario es imposible que tengas un 30% del precio del inmueble disponible en efectivo para afrontar la adquisición de la vivienda”.

Jóvenes con ganas de independizarse y personas que utilizan el piso como una inversión. Son los perfiles más comunes si hablamos de comprar una vivienda. Así nos lo cuenta Alberto que, por mucho que intenta, no logra vender su casa: “El piso que trato de vender tenía un precio de salida de 140.000 euros, pero debido a las dificultades para venderlo he tenido que bajar el precio a 134.000 euros”. Se trata de una casa en el centro de Bilbao. Es un primero, sin ascensor, con dos habitaciones, un baño y una cocina. Está bien cuidado, pero no hay manera. Alberto incluso ha recurrido a una inmobiliaria para poder conseguir hacer la venta lo antes posible: “No estoy pidiendo ningún requisito especial, únicamente que el precio de venta se acerque al que tenía pensado. Está costando venderlo porque el piso está en una zona donde hay mucha oferta de pisos”.

Parece que este año el precio podría empezar a caer, pero por ahora la tendencia sigue al alza. Lo mismo hacen los tipos de interés. Víctor se compró entonces una vivienda nueva con la intención de habitarla en enero de este mismo año. En su momento le ofrecieron una hipoteca con un interés variable del 0,98%. Tras pedirle innumerables garantías de devolver una hipoteca de 180 mil euros, se le transforma hasta tener que cerrar un interés fijo del 3,25%. Hablamos de cerca de 400 euros más al mes. Un sobre coste que Víctor está replanteándose no asumir: “Tras dos años y medio trabajando en Suiza, me planteaba en qué podía invertir mis ahorros y terminé adquiriendo una vivienda. El problema está en que el sobre coste de 300 euros que tenemos nos ha hecho plantearnos si vale la pena vender este piso, antes que estar pagando este sobre coste”.

El tercer problema tiene nombres propios. Son José Garrote y Natalia García, un matrimonio zamorano que después de tres años sin recibir ninguna mensualidad de alquiler han podido regresar a su casa tras una larga batalla legal. ¿Cuál era el motivo? Que su piso había sido okupado.

Finalmente, un cerrajero acompaña a José a la puerta de su casa y con el manojo de llaves que se había quedado consigue abrir su domicilio después de tanto tiempo. Una alegría que era difícil de contener: “Estoy contento porque es mucho tiempo para recuperar la casa, encima pagando la hipoteca sin recibir renta. Se han llevado los electrodomésticos, pero lo importante es que la hemos recuperado. Según están las leyes nos tendremos que aguantar. Ellos tienen los derechos y nosotros no tenemos ninguno”. La lucha hasta llegar a ese momento no ha sido nada fácil. Han sido muchos meses de ir al juzgado y de insistir para que la orden judicial se ejecutara lo antes posible. Así se produjo la lectura de la jueza justo después de que los okupas abandonaran el domicilio.

En España, según el INE, hay 3,4 millones de viviendas vacías. Más de la mitad de ellas se encuentran fuera de las grandes ciudades, en municipios que tienen menos de 50 mil habitantes. Te voy a contar otro ejemplo que ha ocurrido en Palencia. Su protagonista es Félix, un hombre de 85 años que se dejó todos sus ahorros para reformar un piso que después pudiera alquilar para tener una mejor jubilación. Un sueño que se vio truncado por varios okupas el pasado mes de septiembre: “Me personé allí y vi que había gente. Habían entrado en mi casa, y aunque la tenía bastante protegida, habían destrozado toda la puerta y se estaban empezando a llevar mobiliario”.

Félix asegura que estos okupas le están directamente robando porque mientras ellos continúan en el interior del inmueble sigue pagando la luz, el IBI y la hipoteca. Ha denunciado todo, pero la vía judicial está siendo demasiado lenta: “Llevan nueve meses y lo único que han hecho es llamarme para peritar los daños, que declarándose insolventes, no lo va a pagar nadie”.

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Cada año la situación en España es peor, hasta el punto que tan solo en el año 2022 se registraron más de 16 mil denuncias por este tipo de delitos, es decir, casi 46 okupaciones diarias.

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