Alejandra dejó a su madre a cuadros después de apuntarse a un grado medio de Formación Profesional, no por el hecho en sí, sino cuando le dijo dónde estaría el centro en el que le habían aceptado para el curso. Ambas lo contaban este jueves en La Linterna a Ángel Expósito, en la que ha sido la “historia bonita del día”, como relataba el comunicador de COPE.

“María Rosa, la madre de Alejandra, vino desde Panamá hace casi 20 años. Desde que llegó ha trabajado limpiando casas y lavando platos en restaurantes pero, hace unos años, sintió que necesitaba un poquito más”, comentaba el director del programa en la introducción. En ese momento sus hijos le animaron a sacarse el título de secundaria. Ellos, Alejandra y Julián, le apoyaron en todo momento, aunque los dos tuvieron que empezar a trabajar para colaborar en casa. “Alejandra, en hostelería y Julián, como transportista”.

Alejandra deja a cuadros a su madre tras inscribirse a la FP

Una vez que María Rosa aprobó la ESO en una escuela de adultos, recuperó la confianza. Se dio cuenta de que le gustaban las matemáticas, que se le daban bien, y se apuntó a un grado medio de Formación Profesional en Administración y Finanzas. Pero lo que no sabía era que su hija Alejandra se había inscrito en un grado superior de FP en el mismo centro.

“Fue una causalidad y, con el tiempo, grata. No sabíamos que habíamos colocado el mismo instituto como primera opción. Ella había colocado otros después, yo también. Cuando le dije que tenía plaza y ella me comentó lo mismo lo primero que hizo fue reírse y decirme “¡No me copies Mery!” Pero fue casualidad”, contaba la propia María Rosa en los micrófonos de COPE este jueves.

Así, ambas empezaron a ir al instituto juntas. Casi nadie sabía que eran madre e hija, compartían aulas, calculadora, estaban en clases distintas pero tenían los mismos profesores, se veían en el recreo, en la biblioteca.... Y a todo esto, trabajaban también juntas en el mismo restaurante por la noche. Se levantaban a las siete de la mañana y terminaban de trabajar sobre las 2 de la madrugada.

“Por el horario solemos dormir poco, nos cuesta, y ella pasó por lo mismo. Siempre nos hemos estado apoyando, a veces cansadas, a veces queriendo tirar la toalla. Pero cuando una estaba decaída tenía a la otra, y eso nos ha venido muy bien para poder lograrlo”, comentaba la hija a Expósito.

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A punto de abandonar la Formación Profesional

Muchos de sus compañeros de clase abandonaron los primeros meses porque también estaban trabajando a la vez y no podían aguantar el ritmo. Alejandra cuenta en COPE que fue muy duro compaginarlo pero que, al final, se convirtieron las dos en un equipo: “¿Por qué tengo que estar trabajando y haciendo esto? ¿Por qué tengo que esforzarme más que los demás para conseguir lo mismo? Era muy frustrante, no podía dormir. Era un bucle y me planteé dejarlo”.

Para las dos fue un año muy duro. A María Rosa se le complicó el inglés y decidió dejarse esa asignatura para recuperarla más adelante. A su hija, el estrés de compaginarlo todo le provocó fuertes migrañas y comenzó a suspender algunos exámenes. Alejandra insiste en que, aunque parezca que estudiar con tu madre pueda ser algo incómodo, la realidad es que ha sido una experiencia muy bonita y que se han convertido en un apoyo muy grande la una para la otra.

“Alguna vez que me sentía mal por suspender o porque me costaba trabajo, en lugar de estar con mis compañeros, me iba a la cafetería con ella. Una vez le di todos mis esquemas de gestión financiera y estuve una semana con ellos porque pensaba que me los había dado y los tenía traspapelados”, cuenta la madre de la joven.

El bonito gesto de Alejandra con su madre

Antes de graduarse, tenían que hacer las prácticas y podían hacerlas en el extranjero con una beca Erasmus, pero una de las dos debía quedarse en España porque trabajan en el mismo restaurante. Alejandra finalmente le cedió el puesto a su madre, como cuenta en COPE: “No fue una decisión que tomase rápido, porque yo había elegido ese instituto precisamente por el Erasmus, y estaba ahorrando para poder ir. Pero en el último momento preferí que se fuera ella, yo soy joven y tengo mucho tiempo todavía para viajar y mejorar mi inglés”.

Así, Alejandra hizo sus prácticas como administrativa en un gabinete de psicólogos en Madrid y Maria Rosa se fue en marzo a Terranova da Sibari, un pueblecito al sur de Italia. Pasó 3 meses trabajando en el departamento de recursos humanos de una organización, trabajando en inglés: “Yo siempre me he dedicado a trabajar y estar pendiente de mis hijos. Nunca había tenido oportunidad de viajar sola, y ella me dijo que me fuera y tuviera tiempo para mí. Lo disfruté un montón”, reconoce María Rosa.

Madre e hija se han vuelto inseparables. Su relación, que siempre fue buena, se ha fortalecido aún más y Alejandra presume de lo orgullosa que se siente de su madre. María Rosa nos ha contado que la lección más valiosa que ha aprendido, más allá de las clases de ingles, o de las de matemáticas. Ha sido que hay que ser valientes y que con esfuerzo todo se puede conseguir: “Muchas veces las personas tenemos miedo a enfrentarnos a cosas, pero sólo es eso, miedo. La realidad es muy bonita, el compartir con mi hija, estudiar con chicos jóvenes y relacionarme entre ellos fue una experiencia maravillosa”.