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Ángel Expósito: "Se presenta la Navidad con ambientazo, como para discutir entre monarquía y república"

El director de 'La Linterna' reflexiona en su monólogo sobre el mensaje del Rey

Ángel Expósito

Ángel Expósito

Director de 'La Linterna'

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 20:22

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Hay tres o cuatro eventos que, tradicionalmente, marcan la Navidad: la inauguración oficial con el Sorteo de Navidad coincidiendo con las vacaciones del cole; el discurso del Rey en Nochebuena; la fiesta de Nochevieja y la despedida del día de Reyes.

Todo este año va a ser muy extraño. Por fin termina este maldito año 2020, mantenemos esa especie de angustia constante ante el incierto futuro de la pandemia y hasta el Rey tiene un marrón muy importante con su discurso del día de Nochebuena. Y no me refiero a lo delicado de la situación del Rey emérito, que también. Me refiero a que pocas veces, en la época moderna, el Jefe del Estado ha pronunciado un discurso de Navidad en una situación política como esta.

En concreto con una significativa parte del Consejo de Ministros decididos a acabar con él. Ese es el gran problema. No su padre el Rey Emérito.

Recuerdo hace ya años, una regla no escrita por la cual los discursos del Rey no eran comentables públicamente. Tan solo aparecía al día siguiente el Anguita o el Anasagasti de turno para decir lo de siempre. El resto, un silencio y protocolario aplauso. Ese panorama ha cambiado radicalmente. Ahora comentamos antes, durante y después. Hasta el punto de que el vicepresidente del Gobierno leyó su discursito el pasado fin de semana anticipando lo que el Rey Felipe va a provocar con el suyo.

Pablo Iglesias, desde el ordenador del despachito en el casoplón de Galapagar fue más allá y anticipó incluso de qué vamos a hablar en la mesa, tras el discurso de mañana del Rey. Se presenta la Navidad con un ambientazo, como para ponernos a discutir entre Monarquía y República. Con Pablo Iglesias como telonero. Lo que nos faltaba pa' el duro.

Seamos sinceros. El problema del Rey Felipe VI, el problema de la Institución, de la Casa y del futuro no es El Rey Juan Carlos, que en lo personal por supuesto que supone un lío. El auténtico problema de la Jefatura del Estado es que quieren derrocar la propia forma de Jefatura del Estado. Y no es que lo quieran hacer los notas habituales, que también. El problema es que esos notas se sientan en el Consejo de Ministros y tienen al Gobierno de España cogido de salva sea la parte. Y lo saben todos los protagonistas del sainete, de la tragicomedia o del drama de esta nuestra España.

Lo que ocurre ahora, la enorme diferencia de este año respecto a los últimos 40 años, es que desde casi lo más alto se pretende aniquilar el Régimen del 78. Sin disimulo. Y para ello lo más eficaz, simbólico e importante: la Jefatura del Estado. Con el paraguas de la República. De las republiquetas que dijo Felipe González.

En este sentido cuando Pablo, Otegui, Rufián o Puigdemont claman por sus respectivas Repúblicas, ¿a cuál se refieren? Se me ocurren unas cuantas: ¿A la República socialista abertzale que ETA pintaba en sus dianas? ¿A Republique fraçaise? ¿A la República Democrática del Congo, la República Popular China, la República Bolivariana de Venezuela, la República Democrática Alemana? ¿A la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas? ¿O a los Republicanos de Reagan, Bush y Donald Trump? Porque estos se llaman republicanos también.

Seamos serios. Estos republicanos independentistas catalanes o herederos de ETA, estos republicanos chavistas solo quieren una cosa: mandar ellos como líderes supremos de sus respectivas republiquetas. La gran diferencia es que el presidente del Gobierno les ríe las gracias de un modo suicida.

En efecto, el Rey Felipe tiene un complicado discurso por delante esta Nochebuena. Pero no por su padre. La dificultad es que quieren derrocarle a él y a la Constitución desde el propio Consejo de Ministros y desde una parte muy importante del Parlamento. Y mi posdata: si no lo digo reviento. Me pareció absolutamente vergonzosa la imagen del Rey entregando el premio Cervantes al poeta catalán Xavier Margarit de tapadillo, en secreto, para que nadie de Barcelona se enterara de estaba allí. No se fueran a enfadar Junqueras y el lunático de Waterloo.

El Rey en Barcelona, acompañado por un señor que dicen que es ministro de Cultura, entregando el premio Cervantes por lo bajini. Con la excusa del covid y con la vergüenza de que el Jefe del Estado tiene que visitar Cataluña escondido. Para que no se enfaden.

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