Pide a un colegio de Alicante una solución para su hijo con discapacidad y lo que hacen acaba con el niño llorando

Expósito cuenta en La Linterna la historia de María Jesús y la batalla de meses para poder llevar a su hijo Arturo, de 11 años, a su clase del colegio

Joven adolescente en silla de ruedas
00:00

Joven en silla de ruedas

Paco Delgado

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Arturo tiene 11 años y se desplaza en silla de ruedas. Desde que nació sufre una lesión medular que le impide caminar. Por eso, cuando llega al colegio no puede subir por las escaleras y necesita un ascensor para acceder a su aula en el primer piso, como contaba este jueves en La Linterna Ángel Expósito. 

Y es que, al llamar al botón del elevador, no funciona. Ante esa situación su madre, María Jesús, confiesa que no se lo piensa dos veces y carga a su hijo a las espaldas. Así, día tras día.

CEIP Voramar de Alicante

Generalitat Valenciana

CEIP Voramar de Alicante

La situación de Arturo en un colegio de Alicante

Arturo estudia en el colegio Voramar de Alicante. Este pasado lunes comenzó de nuevo el curso y, al llegar al centro, vio que le habían cambiado de aula al primer piso. Para acceder a la nueva clase solo hay dos alternativas, las escaleras por las que él no puede subir por su discapacidad y el ascensor, que lleva averiado desde hace 11 meses.

Así lo denunciaba María Jesús, su madre, hace unos días en El Cascabel de TRECE: “El ascensor es un aparato ya muy antiguo de un edificio de hace 30 años y ya el año pasado nos decían que estaba muriendo y que necesitaba una reparación urgente”, explicaba la madre del pequeño con discapacidad. “Todas las operaciones eran provisionales, se ponían parches e iba funcionando. Pero la solución definitiva pasaba por reemplazar un panel estructural, costoso en tiempo e importen, y no llegaba”.

Y es que el ascensor continúa sin funcionar. María Jesús saca fuerzas, carga en sus hombros a su hijo y sube los más de 20 escalones que separan la planta baja del nuevo aula de Arturo. Al llegar arriba, sienta a su hijo y desciende otra vez las escaleras para subir su silla de ruedas. A pesar de la ayuda que le brindan, prefiere hacerlo sola, como cuenta ella misma: “Entiendo que, pudiendo yo hacerlo, no le voy a dar a nadie la responsabilidad de poder resbalarse con mi hijo o con la silla”.

La madre de Arturo ya se ha acostumbrado a subir a su hijo a cuestas, porque no es la primera vez que lo hace. Ya el curso pasado el ascensor empezó a funcionar de manera intermitente en noviembre de 2023. “Había veces que a la bajaba funcionaba, a veces en la subida, a veces todo el día. Esperábamos que para junio hubiera un reparación definitiva pero hemos empezado el curso de la misma forma”.

La solución que acaba con Arturo llorando

Después del episodio del primer día de colegio y por órdenes de dirección, la clase de Arturo se trasladó a la planta baja para que él pudiera acceder sin que su madre le llevara en brazos. La decisión, lejos de favorecerle, le ha hecho sentirse más culpable, como confiesa su madre y recoge La Linterna.

Un ascensor para Arturo

Un ascensor para Arturo

“Mi hijo ha sido hoy bajado a clase, y es el único día en el que mi hijo ha ido llorando a casa, porque mi hijo no quería bajarse abajo. La integración en este mundo de las personas con discapacidad lo vemos distinto de los que no la tienen. Mi hijo prefería que le subiera en brazos a bajarlo abajo”, explica María Jesús.

Reconoce que la situación de tener que movilizar a toda la clase a la planta baja no le ha sentado bien ni a Arturo, ni tampoco a su madre. De hecho, la mujer considera que eso no es inclusión: “La integración hoy en día es facilitar el entorno para que las personas discapacitadas tengan las mismas oportunidades que quienes no la tienen. En este caso, mi hijo ha tenido que modificar su habitat, su aula, lo que era su normalidad. Para él, hoy sí que le han dicho que es discapacitado”.

La solución final

El comunicarle a Arturo que tenía que cambiar de la clase que le tocaba este año a una en la planta inferior no ha sido fácil, como relata su madre en El Cascabel: “No es lo mismo decirle 'cariño, van a tardar tres meses en arreglar el ascensor, vamos abajo', que 'como tú no puedes subir porque no sabemos qué va a pasar con el ascensor, vamos abajo'”. Asegura que su hijo es “un caso particular porque es más mediático, pero no es el único, por lo que el problema no es sólo de una clase”.

Para visibilizar su situación, María Jesús publicó hace días un vídeo en redes sociales que pronto se volvió viral. En él se veía como subía en brazos primero a su hijo y después la silla de ruedas. Así, rápidamente han llegado las soluciones:

“El problema es el ascensor, hay que arreglarlo, no que mi hijo vaya en silla de ruedas. Esto parece que se ha visto de una manera u otra y hoy varias instituciones, infraestructuras y ayuntamiento se han puesto en contacto con el colegio y tenemos la solución definitiva. La directora me ha prometido que se van a arreglar todas las piezas para que el colegio esté en funcionamiento”

El arreglo de este ascensor es una necesidad para muchos de los estudiantes del colegio, y por fin, después de mucho tiempo, se baraja la posibilidad de que se arreglen los desperfectos y se restaure el funcionamiento. “Nosotros demandábamos que hubiera un plazo de solución, porque son muchos niños los que utilizan el ascensor, y necesitan ese servicio como necesario”.

Temas relacionados