Diego Garrocho: "Los griegos tenían dos palabras para el honor y la gloria, Kleos es la inmortalidad que se canta y timé la gratitud que se expresa en vida"
El profesor de Filosofía, Diego Garrocho, responde a qué es el honor y la curiosa forma en la que lo definían los clásicos

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¿Qué es el honor? Esta mañana he asistido en mi universidad, la Autónoma de Madrid, al solemne acto de investidura como doctores honoris causa de los profesores Evangelina Nogales y Alejandro Tiana. Este reconocimiento, la máxima distinción que una institución académica puede otorgar, consiste en conceder el título de doctor a una persona en virtud de su trayectoria honorable.
El diccionario de la Real Academia Española define el honor como la cualidad moral que impulsa el cumplimiento de los deberes hacia los demás y hacia uno mismo, pero esa definición, tan aséptica, yo creo que nos deja un poco con hambre.
Nuestra tradición moral y literaria nace precisamente en torno a la honor y a la gloria, dos nociones que los griegos diferenciaron con precisión con dos palabras, kleos y timé. Sabemos que los héroes de la antigüedad se definían por aceptar su destino y emprender gestas dignas de ser reconocidas. La gloria que hizo inmortal a Aquiles se conocía como kleos, un tipo de reconocimiento asociado al campo de batalla, a la fama que trasciende al tiempo y que los poetas cantan para la posteridad.
Pero existía otro término, timé, vinculado al reconocimiento social que se concede a quienes destacan, pero este concepto alude a la estima que la comunidad otorga a sus mejores miembros, una forma de aprecio que puede plasmarse en homenajes concretos o incluso en recompensas que son tangibles. Podríamos decir de alguna manera que kleos es la inmortalidad que se canta y timé la gratitud que se expresa en vida. Uno mira el futuro eterno y el otro honra el presente. En cualquiera de sus formas, ya sea como honor o como gloria, como kleos o como timé, hablamos siempre del reconocimiento a quienes han hecho méritos verdaderos.
Y hoy, en este acto universitario, me ha parecido profundamente conmovedor que la Academia mantenga viva esa tradición, la de rendir tributo con solemnidad y simbolismo a quienes han sabido ser ejemplares.