La Iglesia no se olvida de nadie en esta primera fase del sínodo 2021-2023. Todos los cristianos estamos llamados a participar, a través de nuestras respectivas diócesis, en esta consulta, en la que el papa quiere que aportemos nuestro granito de arena sobre cuál es el camino que debe tomar la institución... Y cuando digo todos, es todos. El director del departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal, el mercedario Florencio Roselló, cree que llevar la “sinodalidad” a las personas privadas de libertad es una oportunidad.

Por ejemplo, sor Montse García es hija de la caridad y, desde hace ocho años, voluntaria en el penal El Dueso, en Cantabria. Allí está participando en la actualidad un grupo de 10 internos, a los que se les ha pedido que respondan individualmente a varias preguntas antes de exponer sus conclusiones en común cuando puedan reunirse todos. Un grupo en el que se han mezclado los internos que participan en las eucaristías con otros que se han enterado por el boca a boca.

Otro caso es el del centro penitenciario de Teixeiro, en A Coruña, donde Yolanda Sánchez ha estado a cargo durante dos meses de un grupo de 12 internos. Al comienzo de cada sesión se les entregaba un texto bíblico que luego debían comentar un grupo. La labor de Yolanda y la del capellán era únicamente escuchar, que las reflexiones saliesen del propio diálogo entre los internos. Después de las cinco sesiones quincenales, se redactó una síntesis con las conclusiones extraídas que pudieron entregar (más tarde en persona) al arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio. Fue un momento que, nos cuenta Yolanda, significó mucho para ellos.

Desde el departamento de pastoral penitenciaria de la Conferencia Episcopal llevan años trabajando para que se escuche a estas personas. Este sínodo sobre “sinodalidad” es una oportunidad inmejorable para que las personas privadas de libertad den su visión de la Iglesia.