Irene Pozo: "Estamos llamados a promover una cultura política en favor de la concordia"

Vaya semana intensa en cuanto al panorama político y todo lo que lo rodea se refiere. En este contexto, que además está ocupando gran parte de la actualidad y que nos deja ante una realidad plagada de dudas e incertidumbre, uno se pregunta por el verdadero sentido de la política, por promover el bien común, algo a lo que estamos llamados todos. También la Iglesia donde existen muchas iniciativas que tratan de construir una sociedad más justa y fraterna, en definitiva una sociedad que no deje atrás a nadie.

Esa es la caridad política de la que tantas veces escuchamos hablar en la Iglesia y que a menudo se nos hace difícil comprender. Está claro que la Iglesia ni es ni tiene un partido político pero su doctrina social impulsa también a trabajar por ese bien común en vista a los grandes desafíos que propone el mundo de hoy en torno a la educación, la vida, la familia y que al final es en la vida política donde se disputan estas cuestiones.

Por eso también la Iglesia nos llama a promover una cultura política en favor del diálogo, el encuentro, la concordia, el respeto, la tolerancia no hay más que leer la Encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco para entenderlo, porque muchas veces da la sensación de haber perdido la referencia al bien común y parece que las motivaciones se mueven por otros intereses.

El Papa en Fratelli Tutti nos da las claves de una buena política, la mejor política, que trabaje por grandes principios y apueste por un servicio al bien común a largo plazo. Que no busque únicamente garantizarse los votos y sea capaz de generar recursos para el desarrollo de vida de las personas. Que propicie el encuentro y la escucha del punto de vista del otro facilitando que todos tengan un espacio para el diálogo. O que promueva una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial.

A esto estamos llamados los cristianos, cada uno desde la realidad que vive, para ayudar a abrir procesos y lugares de diálogo y reflexión. Para ser punto de encuentro. Para tender puentes. Y para ofrecer esperanza a un mundo que vive sediento de fe.