"La Navidad es el anuncio de que Dios no se cansa de venir a un mundo frágil"
Escucha el monólogo de Irene Pozo en 'La Linterna de la Iglesia'
- 2 min lectura
Qué tal, muy buenas noches. Faltan pocos días. Lo sabemos porque el calendario empieza a apretarnos, porque las calles están llenas de luces, porque parece que todo nos empuja a llegar, aunque a veces no sepamos muy bien a dónde.
Y quizá por eso estamos todavía a tiempo para detenernos un momento y hacernos una pregunta importante: ¿Qué estamos esperando realmente en Navidad?
El Adviento colea sus últimos días. Esa espera que hemos tratado de vivir de forma paciente, nos invita ahora a abrir espacio, y uno se da cuenta de que no siempre estamos preparados para eso. Quizá porque la vida que nos rodea nos complica tomar el verdadero sentido de este tiempo.
La primera Navidad no fue cómoda. Belén no era un buen lugar para nacer. Había cansancio, había miedo, había un matrimonio buscando dónde refugiarse y un Niño que fue a nacer en un lugar incómodo y en un mundo donde nada estaba en orden.
Sin embargo, ahí quiso nacer Dios. La primera Navidad no fue bonita, pero fue auténtica. Quizá por eso esta historia sigue interpelándonos más de dos mil años después. Porque se parece demasiado a nuestra vida. También la nuestra está llena de cosas sin resolver, de prisas, de puertas a medio cerrar, de heridas que preferimos no mirar en estas fechas.
Y de nuevo vuelve la pregunta: ¿Dónde puede nacer hoy Dios en nuestra vida? ¿En qué rincón incómodo? ¿En qué silencio que evitamos? ¿En qué herida que no hemos terminado de aceptar?
Porque Dios no pide permiso para entrar. No espera a que tengamos la casa ordenada, ni el corazón en calma, ni la fe perfectamente colocada. Dios entra. Y entra precisamente ahí donde más lo necesitamos.
La Navidad no es la celebración de una vida perfecta, sino el anuncio de que Dios no se cansa de venir a un mundo frágil. A este mundo. Al nuestro. Por eso, en esta cuenta atrás para el nacimiento de Jesús, no se trata de hacer más cosas sino de dejar de cerrar algunas puertas. De aceptar que Belén sigue siendo incómodo. Y que, aun así, es ahí donde nace la esperanza.
Faltan pocos días. Y la buena noticia es que, incluso cuando no parece el momento adecuado, Dios vuelve a nacer. Siempre hay Navidad. Una Navidad que nos empuja a descubrir que Dios sigue entrando, incluso cuando nosotros aún estamos llegando.