Soraya Toro, tanatopractora: "No recomendamos ver el cuerpo sin tratar porque, cuando pierdes el sistema nervioso y entras en laxitud, no es una cara normal, el gesto es muy sorpresivo"

Alberto Herrera descubre la profesión de la tanatopraxia, y reflexiona sobre el delicado proceso para acondicionar un cuerpo y por qué busca evitar un último recuerdo traumático a la familia

Paco Delgado

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

La muerte es un tema del que apenas se habla y, cuando llega, el desconocimiento y el desborde emocional son la norma. Para arrojar luz sobre este proceso, el programa 'Herrera en COPE' ha contado con la tanatopractora Soraya Toro, quien ha explicado a Alberto Herrera en qué consiste su trabajo. Su labor es acondicionar a los fallecidos para que presenten la mejor estética posible en su último adiós, una tarea que considera "una de las profesiones más bonitas que existen" por su faceta profundamente humana.

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El último recuerdo

Una de las dudas más recurrentes es por qué los profesionales del sector funerario prefieren que los allegados no vean al fallecido antes de ser acondicionado. Soraya Toro es clara al respecto: "La muerte no es fácil". Según explica, el fallecimiento deja rasgos evidentes en las facciones y el rostro, que pueden reflejar miedo, angustia o soledad. "Yo creo que en el último momento debes estar siempre pensando en tus temas pendientes, o debes tener miedo, o simplemente debes estar solo, y eso se nota en los rasgos de la persona", detalla.

A esto se suma un factor fisiológico clave: la deshidratación que sufre el cuerpo nada más fallecer y que se acelera con el tiempo. Este proceso deja signos visibles en el rostro. La primera fase del acondicionamiento, la higiene, ya frena en gran medida esta deshidratación y "cambia muchísimo las facciones". La cara de una persona fallecida, en un estado de laxitud total, no es una imagen que la familia suela ver, lo que puede generar una honda impresión.

Nos ocupamos de que ese gesto que queda en el rostro sea sereno, se le vea en paz, que parezca que está tranquilo o tranquila, que duerme"

Soraya Toro

Tanatopractora

Este gesto, que en tanatopraxia se denomina la "máscara de la muerte", puede ser "muy sorpresiva" para los familiares. El objetivo del trabajo de Toro es evitar que esa imagen se convierta en "un último mal recuerdo". Por ello, los tanatopractores se ocupan de que "ese gesto que queda en el rostro sea sereno, se le vea en paz, que parezca que está tranquilo o tranquila, que duerme", algo que resulta "mucho más beneficioso para el recuerdo de la persona".

Cada cuerpo, una estrategia

Cada fallecimiento es distinto y requiere un enfoque diferente. "No es lo mismo estar en tu casa y fallecer tranquilo en tu cama, que hacerlo en un hospital solo, sin tu familia, que hacerlo en un accidente de tráfico", señala la experta. El propio cuerpo "habla" y le dice al profesional el proceso por el que ha pasado. De hecho, Toro afirma que en ocasiones han tenido que activar protocolos judiciales al observar signos que no eran comunes en una muerte supuestamente natural.

Una muerte violenta, como en un accidente o un asesinato, puede provocar lo que se conoce como "espasmo cadavérico", una rigidez muscular por el miedo final que se queda de forma permanente. "Cuando se trata de un espasmo cadavérico, no hay forma de modificarla", admite Toro. En esos casos, se trabaja para esconder la postura bajo el sudario o la mortaja. Sin embargo, las rigideces propias del proceso químico natural del cuerpo sí se pueden modificar con sus técnicas para lograr una postura más natural.

Herrera en COPE

Soraya Toro y Alberto Herrera

Para los casos con traumatismos graves en el rostro, se emplean técnicas avanzadas, muchas de ellas extraídas del maquillaje de efectos especiales, utilizando materiales como siliconas y masillas. El objetivo es reconstruir la apariencia para que sea lo más semejante posible al rostro original, para lo cual se ayudan de fotografías y de la información que proporciona la familia sobre su aspecto habitual, como el peinado o el afeitado.

Una profesión para "otra pasta"

Soraya Toro defiende que los profesionales del sector funerario están "hechos de otra pasta", dotados de una empatía más racional que emocional que les permite mantener la serenidad. "Nos ponemos mucho en la piel de la persona que acaba de perder a su ser querido, y mantenemos la serenidad y la tranquilidad de poder gestionar algo que esa persona no va a poder", comenta. Su trabajo, insiste, no se centra en el cuerpo que tiene en la mesa, sino "en qué persona lo va a recibir", especialmente en casos tan delicados como el de un bebé.

Por ley, en España no se puede inhumar o incinerar un cuerpo antes de las 24 horas desde el fallecimiento ni después de las 48, precisamente por el proceso de degradación. Para poder extender los tiempos del velatorio, se recurre a técnicas de conservación como el embalsamamiento o, de forma más habitual, la exposición al frío en el túmulo del tanatorio, a una temperatura de entre 4 y 6 grados que ralentiza la descomposición.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.