Esta es la máxima velocidad que puede soportar el cuerpo humano: "Puede llegar a ser mortal"

La teniente coronel médico del Cuerpo Militar de Sanidad, Beatriz Puente Espada, explica los límites del cuerpo humano a los que se pueden llegar en una aceleración extrema

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Entrevista a la teniente coronel médico del Cuerpo Militar de Sanidad, Beatriz Puente Espada

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hace menos de una semana se anunciaba que España también puede formar parte de un sueño, el Hyperloop, un modo de transporte -de pasajeros y mercancías- propuesto por Tesla y SpaceX que en 2012 presentaba Elon Musk, utilizando un diseño de tren de tubos a baja presión. Pues bien, la ciudad española que está entre las diez estaciones inciales del proyecto es Zaragoza. Esta sería como uno de los nodos estratégicos de este sistema que puede revolucionar por completo la movilidad en Europa, gracias a unas cápsulas capaces de alcanzar velocidades de vértigo de entre 700 y 1.000 kilómetros la hora en tubos presurizados. Tras esto, nos hemos hecho varias cuestiones al respecto. ¿A qué velocidad máxima puede moverse un ser humano? ¿Dónde está el límite -si es que lo hay-? ¿Estamos todos preparados para alcanzar grandes velocidades? ¿Cuáles son los efectos de la velocidad extrema en el cuerpo de un ser humano? Todas estas preguntas las ha contestado Beatriz Puente Espada, teniente coronel médico del Cuerpo Militar de Sanidad, médico de vuelo, especialista en medicina aeroespacial, y actualmente jefe del servicio de medicina aeronáutica del Centro de Instrucción de Medicina Aeroespacial (CIMA) del ejército del aire.

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El límite al que se puede llegar

"En realidad la velocidad no es el problema realmente, el problema más bien es la aceleración, es decir, el ritmo de cambio de la velocidad. Ese sí que es un verdadero problema y eso sí que estamos muy limitados los seres humanos", explicaba la teniente coronel. "Hay varios problemas relacionados con la velocidad en sí misma, que es fundamentalmente la aceleración, y después también nuestros sistemas de los sentidos, porque seguramente no estamos diseñados o preparados para ver imágenes a determinada velocidad. De hecho, indagando un poco cuando vi la noticia, me llamó mucho la atención que una de las cosas que miraban era que probablemente nos mareáramos muchísimo solo por ver pasar esas imágenes a esa velocidad. Sobre todo porque estamos hablando de un medio de transporte que no sería aéreo, sino que sería casi con las características de un avión pero a nivel del suelo", comentaba Puente Espada, añadiendo que, "seguramente lo veremos en el futuro", pero "nos tendremos que preparar".

Cabe destacar que, el récord en humanos lo ostenta actualmente el capitán de la fuerza aérea de Estados Unidos Eli Beeding Jr., quien alcanzó 55 kilómetros por hora en una décima de segundo montado a lomos de un trineo propulsado por un cohete en 1958. Esto equivale a una aceleración de 82,6 G, es decir, más de diez veces superior a la que aguantan los pilotos de Fórmula 1. En cuanto a la velocidad máxima, el récord aún lo ostentan los astronautas del Apollo 10 de la NASA, que llegaron a los 39.897 kilómetros por hora al regresar a la Tierra, tras dar una vuelta al planeta. "Debe haber alguna predisposición genética, pero por supuesto que se entrena (el límite). Esto es lo que hacemos con nuestros pilotos de caza y ataque. Ellos hacen un entrenamiento específico que se llama en altas aceleraciones, que es en una centrífuga humana en donde se pueden alcanzar, no grandes velocidades, pero sí muy altas aceleraciones que, actualmente nuestros pilotos entrenan ahí hasta unas 7G o 9G, dependiendo de qué avión vuelen y alcanzando esa aceleración en muy pocos segundos -entre 1 y 3-", contaba.

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Efecto de la velocidad contra el cuerpo humano

La teniente coronel nos ha explicado lo que supone un 7G o 9G, que es la fuerza de la gravedad, la aceleración, la presión sobre el cuerpo, y lo que se traduce en peso: "Eso son nueve veces la fuerza de atracción gravitacional de manera que es todo multiplicado por nueve. El peso, 1 kilo, son 9 kilos. Nuestra experiencia como humanos terrestres que no somos pilotos de caza, a lo mejor nos hemos podido someter en una montaña rusa a 2G o 3G, en una vida normal. Para un piloto se puede llegar a alcanzar 9G, incluso sostenidas durante cinco o diez segundos, pero también, además del entrenamiento llevan equipos personales de vuelo que les permiten tolerar esas G. De hecho, los aviones en sí mismos tolerarían muchas más G, pero es el ser humano que va dentro el que limita un poco la operación", aseguraba, añadiendo que lo que supone es "nueve veces el peso de uno, es moverse contra esa intensidad".

En cuanto al efecto que tiene esa velocidad en nuestro cuerpo humano, por ejemplo en vuelos de acrobacias, la teniente coronel médico del Cuerpo Militar de Sanidad ha explicado lo siguiente: "Desmayarse en vuelo, porque se desplaza la sangre que es líquida, se desplazaría por acción de esa fuerza gravitacional hacia los pies, de manera que el volumen de sangre que tenemos es el que tenemos, y si no está en la cabeza y se ha ido a los pies eso supondría una falta de oxigenación en el cerebro y un desmayo. Es muy peligroso porque a esas aceleraciones que suponen, seguramente, altas velocidades y a veces proximidad al suelo puede llegar a ser incluso mortal", aseguraba, añadiendo que por este motivo se necesita "entrenamiento, para uno saber que eso puede pasar, reconocerlo, ser capaz de anticiparse cuando eso suceda y tomar medidas", zanjaba.