

“Lo que tiene que aclarar el Gobierno es qué está haciendo para combatir a las mafias del cobre y cómo vigilar los kilómetros de vía sin una cámara de seguridad”
El análisis de la actualidad en el monólogo de Sergio Barbosa de este martes 6 de mayo de 2025
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Dicen que el martes ni te cases ni te embarques, aunque hemos llegado a un punto en el que eso ya da igual. Ahora mismo, con la racha que llevamos, a lo que hay que tener bastante miedo es a los lunes. Hoy, como decíamos a las 6, lo bueno es que no es lunes, porque quien más y quien menos, algo de respeto sí que le ha cogido a los comienzos de semana.
Un lunes nos anunciaron, como recordarán, la muerte del Papa Francisco, que hoy, como saben, volveremos a Roma porque vamos a vivir el último día, antes de que mañana comience el conclave para elegir al nuevo sucesor de Pedro. Al lunes siguiente de la muerte del Papa nos quedamos todos compuestos y sin luz. Y ayer lunes nos faltaba el caos ferroviario entre Madrid y el sur de España.
Por eso hoy es un día para no negarle un abrazo, si lo necesitan y te lo piden, a esas criaturas que se chuparon 10 horas sin luz durante el apagón y que encima tuvieron la mala suerte de ser una de las casi 11.000 personas que se pasaron entre 7 y 12 horas encerrados en un tren que iba o venía del sur. Es más, hay gente a la que el apagón les dejó encerrados durante horas en un tren y que ayer volvieron a quedarse atrapados en un tren. Esa gente, desde luego, tiene el cielo ganado, se merece un abracito y si el próximo lunes piden teletrabajar o cogerse el día libre, pues habrá que entenderles.
En todo caso, es importante decir que, como nos comentaba Álvaro Coutelén hace un rato, desde la estación de Madrid-Atocha, hoy el servicio de trenes ha arrancado con relativa normalidad. De hecho, ayer por la tarde ya se fue recomponiendo, aunque fuera con retrasos acumulados tras el lío de la mañana.
Un lío que deja a la gente muy mosqueada y con la sensación de que, sea por una cosa o por otra, últimamente algunos servicios fundamentales no funcionan como deberían.
No hace mucho los argentinos venían a España y decían que qué maravilla cómo funcionaban aquí las cosas en comparación con su país. Y de un tiempo a esta parte los argentinos empiezan a notar pocas diferencias entre España y Argentina. Y eso desde luego nos debería hacer reflexionar. Sobre todo porque el apagón y el caos ferroviario nos han dejado similitudes cuando menos llamativas.
Lo del concurso público para recabar opiniones sobre una OPA bancaria cuando no se molestó en recabarlas en asuntos de mayor interés general como la amnistía, es muy de Sánchez”
Porque en los dos casos se acusa al gobierno de no haber invertido lo suficiente en el mantenimiento de los sistemas. Y en los dos casos el gobierno echa balones fuera buscando una especie de mano negra que estaría provocando todo esto para perjudicarle.
Es verdad que parece tener más fuerza la idea de que un gobierno tan focalizado en los últimos años en simplemente sobrevivir, en maniobrar para sostenerse en el poder y en contentar a los socios parlamentarios que le garantizan esa supervivencia, es un gobierno que ha podido descuidar la gestión de los grandes asuntos. Más a más con el descuido o el despiste de la pandemia.
Y que por eso tenemos un sistema eléctrico al que se le han visto las costuras de forma dramática con la llegada masiva de las fuentes renovables al mix energético.
Y que por eso tenemos un sistema ferroviario que cuando no es por un problema eléctrico es por un enganchón de la catenaria o es por un robo de cobre. Pero el caso es que cada 2x3 está dejando tirado a los pasajeros.
Sin embargo, como el gobierno de Sánchez es especialista en resistir al precio que sea, la máquina del relato que tienen en los sótanos de Moncloa está haciendo horas extra para despejar las críticas y sembrar la duda.
¿Que hay un apagón masivo que ha sido una vergüenza para la imagen de España? Pues alargamos la investigación técnica todo lo posible y sembramos la duda de si ha podido ser un ciberataque. Cosa rara porque un ciberataque normalmente se sabe rápidamente quien lo ha cometido o el propio atacante lo reivindica. Aquí llevamos más de una semana y no se ve a los ciberdelincuentes por ningún sitio. Pero es que para el sanchismo, ciberataque en idioma ferroviario quiere decir sabotaje. Esa es la palabra fetiche de las últimas horas que ha hecho circular Moncloa para dar a entender que la avería de los trenes puede haber sido no un robo sino algo intencionado.
Del ciberataque en el apagón al sabotaje en el caos ferroviario
Comenzó a usar esa palabra el ministro de transporte Óscar Puente y le siguieron otros ministros como Luis Planas. Del ciberataque en el apagón al sabotaje en el caos ferroviario. Siempre buscando una teoría externa que exonere al gobierno de culpas y que siembre la duda sobre si hay fuerzas ocultas que quieren perjudicar a este pobre gobierno.
Decíamos de los argentinos, pero es que ayer el amigo venezolano que muchos nos hemos echado en los últimos años por aquello del éxodo, ese amigo venezolano ayer volvió a poner cara sombría.
Esa cara de 'yo esto lo he vivido' porque los venezolanos se acuerdan muy bien de cómo Hugo Chávez, cuando Venezuela empezó a sufrir apagones, comenzó a hablar de los sabotajes de la oposición. Y la oposición no estaba haciendo nada, lo que pasa es que el sistema eléctrico venezolano estaba que se caía a cachos. Aquí en España no hemos llegado todavía a eso, todavía el gobierno como tal no culpa a la oposición del robo de cobre, pero se han empezado a esparcir la teoría de que es raro que alguien se dedique a robar el cobre de las cajas amarillas que mantienen encendidos los sistemas de seguridad de los trenes.
Porque esos sistemas tienen poco cobre y que en total los ladrones apenas se han llevado unos mil euros.
Claro, lo que pasa es que sí es factible que las mafias del cobre, que se han hecho fuertes en España, roben lo que puedan. Y más en zonas sin cámaras de seguridad y en caminos solitarios como los cinco puntos de la provincia de Toledo donde hubo esos robos.
Decir, como dice el ministro, que el que lo hizo sabía a lo que iba, es como no decir nada. Claro que el que va a robar sabe a lo que va, sabe dónde está la caja, sabe que no hay cámaras y sabe cómo llevárselo. Como decíamos a primera hora, usted y yo, si vamos una noche a robar cobre con una escalera de pintor, seguramente en el mejor de los casos no sabremos ni cómo cortar el cobre.
Y como nos descuidemos un poco, nos pega un chispazo que nos quedamos pajaritos en el sitio.
Pero dice el ministro, los que lo hicieron llevaban herramientas para cortar las vallas. Y claro, nos ha fastidiado, porque se dedican a eso. Es decir, que lo del sabotaje con intenciones no económicas suena un poco a cortina de humo para ganar tiempo, para que no se le echen encima con 'no invertís lo que hay que invertir para mantener el sistema ferroviario' o 'no destináis lo que hay que destinar a la vigilancia de las vías'.
Y no sabemos, no sabemos, lo mismo Puente al final tiene razón. Pero cabe recordar que el ministro ya usó esa misma estrategia en Cataluña cuando hubo un robo masivo de cobre y Puente llegó incluso a cuestionar a los Mossos de Escuadra por descartar el sabotaje.
Puente ironizó sobre los criterios de la policía y al final resultó que la policía tenía razón porque poco después los Mossos detuvieron a cuatro delincuentes de los que se dedican a robar cobre en España.
Ahora la Guardia Civil investiga un robo, solo un robo. Si hay mafias del cobre que roban lo que sea, a veces dan un palo mayor y otras un palo menor. Lo que tiene que aclarar el Gobierno es qué está haciendo para combatir a las mafias del cobre y cómo se pueden vigilar los kilómetros de vía que no tienen ni una triste cámara de seguridad.
las contradiciones de óscar puente
Además hay que tener en cuenta que en el relato del ministro hay una cierta contradicción. Por un lado te dicen que el robo del cobre de las cajas amarillas huele a sabotaje y al mismo tiempo te confiesan que eso solo provocó que los trenes fueran más despacio por seguridad. Pero que lo que realmente provocó el pifostio fue que un tren de Iryoo se quedara en teoría enganchado en la catenaria al levantar el pantógrafo. Y claro, si porque un tren levanta el pantógrafo se lía la que se lía, lo mismo es que la catenaria no está en sus mejores condiciones. Y estamos hablando efectivamente del enésimo problema de mantenimiento.
evitar indemnizaciones
Es decir, los españoles asistimos a una nueva ceremonia de la confusión en la que el ministro marea con la teoría del sabotaje, Renfe pasa del sabotaje y lo achaca a la avería de un tren de Iryo que se enganchó con la catenaria e Iryo niega que su tren se enganchara con nada, todo jugando al mismo juego que con el apagón, al juego de evitar tener que pagar las posibles indemnizaciones.
Y el ciudadano asiste atónito a todo esto mientras el presidente del gobierno no ha abierto la boca. Y eso que Sánchez ayer tuvo un acto en el que anunció un concurso público para dificultar la OPA del BBVA sobre el Sabadell. Y sin embargo, con el follón que había liado con los trenes, no dijo nada. Que por cierto, lo del concurso público para recabar opiniones sobre una OPA bancaria cuando no se molestó en recabar la opinión de nadie en asuntos de mucho más interés general como la amnistía, por ejemplo, eso es muy de Sánchez.
Y lo de hablar, como habló ayer el presidente, de dos países, refiriéndose a España y Cataluña, viene a confirmar que tenemos a un presidente totalmente entregado a las tesis y al marco mental del nacionalismo.
Si les compra el léxico en público, qué no estará dispuesto a entregarles en privado, además de la hacienda, el cupo, etcétera, etcétera.
Y nada, del apagón pues seguimos como estábamos. Más de una semana después, la luz volvió pero seguimos a oscuras. A oscuras en explicaciones, con un gobierno que alarga el chicle del presunto ciberataque mientras da también explicaciones insulsas sobre lo que pudo pasar.
Ahora la vicepresidenta Agesen dice, no, todo iba fenomenal hasta 19 segundos antes del apagón en el que hubo dos desequilibrios del sistema que los técnicos pudieron solventar hasta que se produjo un tercer desequilibrio que ese sí que hizo ya que el sistema se viniera abajo.
Claro, la pregunta es ¿y eso de qué nos sirve? ¿o qué pista da? Porque ya sabíamos que un sistema tan complejo que necesita equilibrar la oferta con la demanda eléctrica milisegundo a milisegundo puede venirse abajo en un abrir y cerrar de ojos.
Y no nos vale que nos digan que llevábamos ya muchos meses apostando por un alto porcentaje de renovables en el mix energético de cada día. Uno puede coger el coche bebido muchos días y que no pase nada hasta que le pase. Y el lunes 28 pasó. De igual manera que los días 22 y 24 hubo también sustos en los que se rozó el apagón como advirtieron los técnicos de Red Eléctrica por más que ahora el gobierno lo niegue.
El gobierno tiene que responder a dos cuestiones. Una es si desolló los avisos que le pedían compensar mejor el mix con energías más estables como la nuclear o el gas y no lo hizo por fanatismo renovable. Y la otra es por qué la regulación de las tecnologías que permiten almacenar energía está todavía encallada en España cuando se sabe que el almacenamiento de energía es vital para poder gestionar el incremento de energías renovables en nuestro sistema.
Más allá de teorías conspirativas, esas son las preguntas sensatas a las que hay que dar respuesta.