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Luis del Val: "La vida paradójicamente, no nació del agua, sino del fuego"

Ya puedes escuchar la imagen del colaborador de 'Herrera en COPE' de este lunes 20 de septiembre de 2021

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Tiempo de lectura: 2'Actualizado 12:20

De repente, caen toneladas de nieve en unas pocas horas, y le llamamos Filomena; o bien, el interior de la bola de fuego en la que estamos instalados tiende a expandirse, y sale a la superficie en llamaradas y piedras ígneas, formando un río de fuego que, como todos los ríos, busca bañarse en el mar. Además, antes de que la nieve nos proporcionara una referencia del ambiente que se disfrutaba hace 630 millones de años, nos ha visitado una pandemia semejante aquellas pestes medievales que asolaban pueblos y continentes. Y, por si fuera poco, intento ponerme en la mente de Carlos Herrera, y tengo que anotar que ayer el Betis empató, lo que la broma no significa que sea indiferente a esas personas que van a encontrar su nido calcinado, y en él las fotos, los recuerdos, las emociones que envuelven los objetos que acompañan nuestra vida.

Es curioso que esta lava que destruye fue la que ayudó a que su efecto invernadero derritiera la capa de hielo que cubría la tierra, merced al efecto invernadero que producían los gases volcánicos. Siempre acostumbramos a decir que el origen de la vida es el agua, pero el origen auténtico es el fuego que hizo posible que el hielo se licuara. En estas horas, recuerdo la impresión profunda que suscita el recorrido por el Parque Nacional del Timanfaya, en Lanzarote, de la misma manera que se reavivan las imágenes de unas inolvidables navidades en La Palma, una de las islas más bellas del archipiélago, y esos túneles tan estrechos que temes que el coche se pare y apenas puedas abrir la puerta.

Nos acechan peligros por todas partes. En el interior de nuestro cuerpo puede haber una célula que pretenda rejuvenecernos y aparezca un cáncer. Otrosí, somos el único ser vivo que sabemos que tenemos fecha de caducidad. Y, a pesar de eso, podemos convertir un gesto, una negativa a una invitación, lo que creemos que es un desaire, en una ofensa que extiende infelicidad para nosotros y los demás. No, la Naturaleza no es rara, los raros somos nosotros que teniendo tantos frentes sobre los que luchar -en la Naturaleza, en lo laboral y en lo social- añadimos ingredientes para complicarnos todavía más la vida. Esa vida que, paradójicamente, no nació del agua, sino del fuego.


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