Resulta que hay quien opina que hemos cambiado muy poco desde los tiempos de la Roma clásica. Y aunque lo pueda parecer, no es broma. Paco Álvarez, nos pretende demostrar que somos mucho más romanos de lo que creíamos. Él es autor de “Romanos de Aquí”.

Hoy nos habla de Aceite de Oliva Virgen: "El aceite era para ellos el líquido más preciado junto con el vino. El naturalista Plinio el Viejo en el siglo I dejó escrito al respecto: 'Hay dos líquidos que son especialmente agradables para el cuerpo humano: el vino por dentro y el aceite por fuera. Ambos son los productos más excelentes de los árboles, pero el aceite es una necesidad absoluta, y no ha errado el hombre en dedicar sus esfuerzos a obtenerlo'".

El aceite hispano se utilizaba en la alimentación, pero también en la higiene, en el deporte, como perfume, en la iluminación, como combustible (a veces perfumado) de las lámparas e incluso en medicina. Obviamente el mejor aceite se utilizaba en la elaboración de perfumes o para ofrendas religiosas. Este lo obtenían de aceitunas verdes cosechadas verdes y lo llamaban oleum omphacium. En las lucernas, que eran las lámparas, el aceite también se usaba para iluminar y a la vez perfumar la casa, y cuanto mejor era el aceite, menos humo producía.

Además, hay pruebas de que el aceite más famoso era el de Hispania: "hay una colina entera de pruebas. el monte Testaccio, hoy un parque conformado por una colina en Roma. El volumen de esta colina artificial es de unos 550.000 metros cúbicos La colina se hizo a partir del amontonamiento de los restos de aproximadamente 25 millones de ánforas de aceite. Fue vertedero de estos envases durante cuatro siglos. Alcanza más de 35 metros de altura, como un edificio de 12 pisos. El análisis de los trozos de ánforas ha demostrado que más del 85 por ciento corresponde a piezas transportadas desde Hispania. Así que no hay duda alguna. Nuestro aceite ya era el mejor del mundo entonces".