La misteriosa desaparición de Beatriz Guijarro en Valencia: salió de un bar en La Oliva y fue hallada calcinada semanas después

Beatriz desapareció en la madrugada del 9 de agosto tras salir de un bar junto a su pareja

Luis Calabor

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La localidad de La Oliva, un destino turístico muy popular en la costa valenciana, vive desde este verano con la sombra de un caso inquietante. Beatriz Guijarro, una joven de 29 años y madre de dos hijos, desaparece la madrugada del 9 de agosto tras salir de un bar junto a su pareja. Lo que parecía una noche más de verano acaba convertido en un enigma con final trágico: semanas después, su cuerpo aparece calcinado en un paraje cercano.

Según los testimonios recogidos, Beatriz pasa la tarde con su pareja, Juanjo, de 41 años. Comparten unas copas y charlan hasta la medianoche en un bar céntrico de La Oliva. “Se les ve tranquilos, conversando como cualquier pareja”, relata el criminólogo Nacho Abad en Fin de Semana de COPE.

Beatriz desapareció de repente

LO ÚLTIMO QUE SE SUPO DE BEATRIZ

Las cámaras de seguridad muestran a ambos caminando juntos poco antes de la 1:00 de la madrugada. En un cruce, cada uno toma un camino distinto. “Él se dirige a su casa, ella asegura que va a dormir a casa de su madre, como hacía cuando no tenía a sus hijos”, explica Abad. Hasta ese momento, todo transcurre con normalidad.

Lo desconcertante llega minutos después. Apenas siete minutos tras despedirse de su pareja, Beatriz vuelve a aparecer ante la cámara del bar. Va vestida de otra manera, con el pelo recogido y mirando el móvil. “Todo indica que está hablando con alguien, pero a su novio no le había dicho nada de ese plan”, señala Abad. Ese cambio repentino abre un sinfín de incógnitas: ¿con quién se iba a encontrar? ¿Por qué lo ocultó? 

Todavía no se sabe del todo qué pasó con Beatriz

Esa misma noche Beatriz contacta con su prima hermana. La versión de esta, sin embargo, resulta inconsistente. “Cada vez que la policía le pregunta, ofrece una versión distinta”, explica el periodista. Finalmente, la joven admite que pasaron la madrugada consumiendo alcohol y drogas: “Estuvimos fumando porros y tomando cocaína hasta las 4 de la mañana, pero luego no supe más de ella”.

La declaración genera dudas, pero la investigación no logra pruebas sólidas que la contradigan.

El incendio que lo cambia todo

Casi un mes después, el 4 de septiembre, un incendio forestal arrasa una zona de difícil acceso cerca de La Oliva. Las autoridades sospechan que el fuego es intencionado, aunque pronto descubren que responde a una disputa vecinal y no guarda relación directa con la desaparición de Beatriz.

Sin embargo, el hallazgo posterior sacude a todos: en un barranco cercano, los bomberos encuentran los restos calcinados de un cuerpo. Tras las pruebas de ADN dental, se confirma lo peor: se trata de Beatriz Guijarro. 

El estado del cadáver impide esclarecer las causas de la muerte. “El deterioro era tal que ni siquiera se podía identificar si pertenecía a un hombre o a una mujer a simple vista”, apunta el psiquiatra forense José Miguel Gaona. Las altas temperaturas y el tiempo transcurrido borran casi cualquier pista.

La localidad de Oliva, en Valencia

La investigación baraja varias hipótesis, pero ninguna puede confirmarse. “Una agresión sexual podría detectarse con técnicas de ADN muy avanzadas, pero el estado del cuerpo lo hace extremadamente difícil”, explica Gaona. La conclusión, por ahora, es demoledora: la causa de la muerte de Beatriz quizá nunca llegue a saberse

La familia de la joven, especialmente sus dos hijos pequeños de 6 y 8 años, queda marcada por la tragedia. El caso genera un profundo malestar en la población de La Oliva, que ve cómo la falta de respuestas alimenta rumores y teorías en la calle. “Son esas muertes que generan angustia horrorosa, porque nunca se sabrá si fue un crimen o un accidente”, resume Gaona.

La desaparición y hallazgo de Beatriz Guijarro se suma a la lista de sucesos sin resolver que sacuden a la sociedad española. “Solo una confesión espontánea podría aclarar lo ocurrido”, señala Nacho Abad. Mientras tanto, la incógnita permanece abierta, y la memoria de Beatriz se convierte en símbolo de la fragilidad de la vida y del vacío que deja una verdad que quizás nunca se llegue a conocer.