Nada más ocurrir la tragedia del pasado jueves en el barrio del Campanar de la ciudad de Valencia, la Iglesia valenciana, con su Arzobispo a la cabeza, monseñor Enrique Benavent, se ponían a disposición de las autoridades y de los vecinos para darles todo su apoyo. Apoyo, principalmente espiritual, pero también ayudar en todo lo necesario, abriendo las parroquias para acoger a los vecinos que se acababan de quedar sin casa, 400 familias, y aportando alimentos y ropa.

El padre Emilio Hernández, párroco de la iglesia de San Luis Obispo, fue el primer sacerdote que llegó a la zona del incendio.

"Era un momento sobrecogedor", recuerda el sacerdote en Fin de Semana. Cuando Cristina López Schlichting le pregunta qué si lo más importante que se puede hacer ante una tragedia semejante, ante la muerte es rezar, el padre Hernández asegura que "es lo más importante que podemos hacer ante una situación así, humanamente somos impotentes no podemos hacer nada frente a la muerte y nos acogemos a la fe, a Dios y cuando no vemos una salida, Dios nos abre la puerta y nos da una salida".

El Arzobispo de Valencia celebraba la noche del viernes una oración por las víctimas, en la que leía a los asistentes las palabras del Santo Padre, "palabras que confortaban y nos transmitían el cariño del sucesor de Pedro", dice el padre Hernández.

La Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad, porta un crespón negro, la Diócesis ha establecido tres días de luto, "el crespón negro nos ayuda a solidarizarnos con la tristeza de las víctimas" recuerda el párroco.

Las parroquias a disposición de todos los afectados que se han quedado sin hogar

El padre Emilio se acercó nada más llegar al Campanar al hospital de campaña, "que era muy sencillo, unas ambulancias para atender a las personas afectadas por el incendio, muchos policías que intentaban poner orden y llegué hasta los mandos para ofrecerles las instalaciones de las parroquias para lo que pudieran necesitar".

Esta tarde el Arzobispo de Valencia va a celebrar una misa en la parroquia más cercana al lugar de la tragedia, en la parroquia de Nuestra Señora de la Misericordia por las víctimas mortales del incendio. Esta misma mañana se encontraba el último cuerpo, con lo que ya son diez los muertos en el trágico suceso.

A los afectados, a los vecinos de los inmuebles que han quedado destruidos, el padre Hernández les ha querido mandar "en nombre de los sacerdotes y de la Iglesia nuestra cercanía y disponibilidad, aquí nos tienen y estamos en contacto con el Ayuntamiento y la Generalidad para ver cómo podemos ser más útiles en adelante".