Desde una diócesis pequeña del corazón de Castilla como es la de Osma-Soria, Paquita Diestro Ortega ha contado cómo es su trabajo en el taller diocesano de restauración.

Ha explicado que en esta zona de España, una de las consecuencias de la despoblación es precisamente que el patrimonio queda abandonado. Por eso "hace veinte años, con mucho acierto, ante la grave situación del patrimonio la diócesis decidió poner en marcha el taller para custodiar las obras de esos pueblos que se están quedando deshabitadas y poder intervenirlas cuando sea necesario".

Para una diócesis tan pequeña como la de Osma-Soria mantener un taller de este tipo supone un gran esfuerzo, pero después de todo este tiempo ya han visto muchos frutos y "es muy gratificante" para Paquita y su equipo ver el estado en el que llegan algunas piezas y cómo vuelven de nuevo a sus parroquias para cumplir su función. 

Paquita es la única restauradora profesional en el taller. "Además hay un grupo de doce colaboradores que son sensibles a esta necesidad de cuidar el patrimonio y que colaboran en tareas muy sencillas y muy controladas, siempre con mi supervisión".

Parte de su trabajo es dar a conocer las intervenciones. "Vamos a las parroquias - afirmado- para explicar lo que hemos hecho con cada pieza y que la población local conozca nuestra labor y la valoren".

"Los sacerdotes saben que cualquier intervención que hagan en las parroquias tienen que comunicarla al delegado de patrimonio y éste a su vez a mí, para ver en qué casos debemos trabajar sobre alguna pieza".

La restauración es un trabajo muy paciente, "hablamos de años, pero es necesario, porque estas piezas tienen un uso y cumplen una función muy importante en las comunidades. El patrimonio es parte de la memoria viva de la comunidad cristiana".