Estamos acostumbrados a que las grandes órdenes religiosas nacidas en Europa se hayan extendido por los cinco continentes. En cambio, las Hermanas de Betania, que nacieron hacer un siglo en Bangalore, al sur de la India, han extendido sus ramas a nueve países de tres continentes, desde el desierto del Sahara hasta las cumbres del Himalaya, y realizan su misión también en varios países europeos.

Un sacerdote indio, el padre Raymond Mascarenhas, fundó esta congregación en 1921. Había formado un grupo de cuatro jóvenes maestras para responder a las necesidades más inmediatas de la gente sencilla. Su historia es el de un crecimiento y una transformación continuas. Ya son 1.378 religiosas en nueve países de tres continentes. Siguiendo el mandato del fundador y de las primeras pioneras, las Hermanas de Betania prestan especial atención a la promoción de las niñas y las mujeres con un ministerio pastoral, social, educativo y de la salud, tanto en los barrios marginales de las ciudades como en los pueblos. Están junto a los migrantes y trabajan en la prevención de la trata de personas en colaboración con las diócesis, otras instituciones religiosas y organismos gubernamentales.

En el ámbito escolar han dado vida a la Bethany Educational Society, con una amplia red de 185 instituciones educativas, que no solo ofrece escolarización sino también educación informal en las periferias de las ciudades y en los pueblos, para brindar a todos la esperanza de una vida digna. También prestan servicio en cuatro hospitales y 45 centros de salud en diferentes pueblos.

Como ha dicho el cardenal Oscar Gracias, arzobispo de Mumbai, a lo largo de estos cien años las Hermanas de Betania han mostrado a través de su presencia y de la creatividad de sus iniciativas, “el rostro compasivo de Jesús". La diócesis de Mangalore está llevando adelante la causa de beatificación de su fundador, el padre Mascarenhas, que ahora está siendo examinada por la Congregación para las Causas de los Santos.