Así son los poderes internacionales, un ataque con armas químicas por aquí, una represalia con misiles por allá, y a otra cosa mariposa, todos encantados. Donald Trump ha dicho que el ataque ha sido un éxito. Putin afirma que las baterías antiaéreas han interceptado una barbaridad de misiles y Siria ha encajado todo con deportividad. Así que no hay ni se espera novedad inmediata.

La novedad del dia, al menos en España, es un domingo de manifestaciones, con tantas que va a haber que construir un manifestódromo, ahora que el Parlamento estudia prohibir los botellódromos. Vamos con la lista: en Madrid salen hoy a la calle los cazadores pidiendo que les dejen en paz los animalistas, que se creen que están solos en el globo. Los pensionistas protestan en un centenar de ciudades y los del procès y la independencia de Cataluña salen a la calle en Barcelona. Vergonozoso es en este caso que los sindicatos mayoritarios, UGT y comisiones, se hayan sumado. Se pueden imaginar la cara que se les ha quedado a los afiliados de Madrid, Andalucía o Extremadura. Una carta de un delegado territorial pidiendo que UGT se retire de la manifestación se ha hecho viral y ha recogido ya 20.000 firmas.

Lo que ha encontrado mucho eco entre los independentistas catalenes ha sido la gran manifestación de ayer en Pamplona contra los Guardias Civiles que fueron agredidos con sus novias en 2016 en Alsasua. Mañana arranca el juicio y una movilización popular apoyada por el gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Pamplona exigía que se retirase la calificación de terrorismo a los sucesos y lo califican de pelea de bar. Extraña pelea en la que los detenidos se habían llamado por teléfono antes, para organizarse con antelación, y donde una pandilla intenta lincha a dos señores con sus mujeres. TV3 en Cataluña apoyó ayer intensamente a los manifestantes, acogió testimonios de sus madres y repitió, como lleva haciendo toda la semana, que fue una mera trifulca.

Pero la manifestación distinta, la menos reactiva, la más esperanzadora es la que hay hoy a las 12.00 en Madrid. Saca la gente a la calle por la vida. Es distinta porque va mucho más allá del aborto. Es la convocatoria – que en Francia es espectacular- a favor de enfermos y terminales, personas con discapacidades, sindromes de down, mujeres embarazadas en situación de precariedad y partidarios de la llamada cultura de la vida. Y es conmovedora porque no condena a nadie. Abre, por el contrario, la puerta – en la línea de la Encíclica del Papa Francisco “Laudato si” - a una nueva ecología de la vida, donde cada ser vivo encuentra aprecio y todos los seres humanos, estén como estén, productivos para el sistema capitalista o no, sean apoyados, valorados y acompañados. Resulta una paradoja dolorosa que nuestra sociedad valore cada vez más a los animales y sin embargo permanezca indiferente ante la muerte de inmigrantes en el mar o de ancianos solos en las casas y el silencioso exterminio de las personas con síndrome de down, a las que se practica la eugenesia y se impide nacer.

La Manifestación este domingo en Madrid por la vida que es un acto de agradecimiento por regalo de la existencia. Es un paso hacia una cultura distinta donde el criterio no sea la belleza física, la mera juventud o el dinero que generas a la caja pública.