El Secretario General de Escuelas Católicas, José María Alvira, ha dicho esta mañana en “Herrera en COPE” que teme una actuación contraria, poco amistosa hacia la escuela concertada, por parte de un gobierno diferente al actual. Se trata de un temor fundado, especialmente en lo que respecta a algunas formaciones, viendo lo que ya están haciendo allí donde gobiernan. El caso más claro lo tenemos en la Comunidad Valenciana. Es verdad, como ha reconocido el responsable de Escuelas Católicas, que de entrada todos los partidos manifiestan respeto hacia esta opción educativa, pero no es menos cierto, ateniéndonos a los hechos, que la actitud de algunos partidos es la de ir congelando a la Escuela concertada, casi propiciando su muerte por asfixia. Demagógicamente, se plantean a veces como alternativas irreconciliables la escuela pública y la concertada. José María Alvira ha dejado claro que todos estamos interesados en una escuela pública cada vez de más calidad y con más recursos, pero eso no significa que tenga que ser la única, porque no es lo propio de un país democrático. Las escuelas concertadas son solicitadas por una gran mayoría de padres, y son ejemplo de un saber hacer que combina la innovación y la creatividad educativas. Pero es la propia Constitución la que fundamenta la existencia de estos centros en el derecho de los padres a elegir la educación que desean para sus hijos. Hay motivos para la preocupación razonable cuando escuchamos a determinados políticos decir que el Estado debe educar a los ciudadanos. Mucho más cuando bajo esa pretensión se esconde la intención de educar bajo el modelo único que el mismo Estado trata de imponer.