Los bomberos de Cartagena advierten de los peligros de la noche de San Juan: "No es una película"
El subinspector Bazar ofrece recomendaciones para la que es la jornada de trabajo más larga del año

Los bomberos advierten de los peligros de la noche de San Juan: "No es una peli"
Murcia - Publicado el - Actualizado
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La noche de San Juan es una de esas veladas que parecen hechas de magia, tradición y emoción. Especialmente para los más pequeños, el fuego, la pirotecnia y el ambiente festivo crean una atmósfera única. Pero mientras ellos sueñan y disfrutan, hay quienes observan con atención para evitar que la fiesta se convierta en tragedia. Los bomberos, como cada 23 de junio, se preparan para la que será, casi con toda seguridad, su noche más larga del año.
“Nosotros batimos el récord de salidas en todo el año en la noche de San Juan”, advierte el suboficial Carlos Bazar, del Parque de Bomberos de Cartagena. Aunque la mayoría de las intervenciones no son graves, sí son constantes: pequeños conatos, incendios controlables, pero que mantienen en alerta a los equipos de emergencia durante horas.
Bazar insiste en que disfrutar de la noche no está reñido con ser responsables. “El sentido común es lo más importante, al final”, asegura, recordando que el disfrute, incluso con fuegos artificiales, es posible si se toman las precauciones adecuadas.
Uno de los focos de atención son las hogueras. No se pueden prender en cualquier sitio ni de cualquier forma. “Tiene que estar a más de 500 metros de zonas forestales y a al menos 15 metros de fachadas, coches, árboles o tendidos eléctricos”, explica. También recuerda que hay que evitar hacerlas sobre asfalto o empedrado, y si no queda más remedio, se debe cubrir la zona con arena. Y por supuesto, la altura y el tipo de materiales importan: “No se pueden quemar neumáticos, gomas, plásticos, aceites... la madera tiene que estar limpia, sin clavos”.
Si hay viento fuerte —más de 20 km/h— lo mejor es no encender nada. El riesgo de que una chispa acabe en un jardín o en una vivienda es real. De hecho, los jardines y espacios exteriores requieren atención especial. “Regar bien los setos, no dejar toldos ni muebles de terraza cerca y nunca almacenar líquidos inflamables”, recomienda. Cada año atienden incendios provocados por pequeñas negligencias en este tipo de espacios.

Una hoguera de San Juan
En cuanto a la pirotecnia, Bazar es claro: “Toda la pirotecnia es peligrosa. Algunas están permitidas para niños, pero siempre bajo la vigilancia de un adulto”. La edad, el tipo de petardo y sobre todo la supervisión, marcan la diferencia entre una experiencia divertida y una noche en urgencias. “No encender nada en las manos, no acumular petardos encima del cuerpo y siempre encenderlos lejos, con una vía de escape”, subraya.
También recuerda que es del todo inapropiado saltar sobre las hogueras: "Lo vemos en la tele y parece que queda bien, pero es muy peligroso", y es que esa noche es real y lo otros son películas de cine.
Además del riesgo físico, hay un impacto emocional y auditivo que muchos olvidan. “Los animales sufren, las personas con autismo también, y no olvidemos a quienes tienen que madrugar al día siguiente”, dice Bazar. Por eso, recomienda no tirar petardos en zonas urbanas cerradas y limitar su uso a horas razonables.
una convivencia cívica
El respeto al entorno, al descanso y a los demás también forma parte del civismo que reclaman desde los servicios de emergencia. Aunque en muchas zonas se vacían los contenedores esa noche, el vandalismo con petardos sigue generando incendios. “Cada año atendemos más casos. Lo que antes era anecdótico, ahora es preocupante”, lamenta.
Por suerte, esa noche también se refuerzan los dispositivos de seguridad. Policía Local, Nacional, Guardia Civil y bomberos están coordinados para responder rápidamente. “Velamos por la seguridad de todos. Pero si cada uno hace su parte, será una noche para disfrutar, no para lamentar”.
La llamada de atención de Carlos Bazar no pretende aguar la fiesta. Al contrario: busca que todos puedan vivir la noche de San Juan como lo que debe ser, una celebración alegre, segura y mágica. Con sentido común, vigilancia y respeto, la llama de la tradición puede seguir viva sin convertirse en un riesgo innecesario.