sentencia asesino abril 2018

Condenado a 47 años de prisión el asesino de Mari Jose y Flor en Vitoria

Javier Rubia Jiménez cometió el terrible doble crimen con agravantes de alevosía, ensañamiento y género

Mari Jose y Flor

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Javier Rubia Jiménez ha sido condenado a 47 años de cárcel por la Audiencia Provincial de Álava por el asesinato doble perpetrado el 20 de abril de 2018 en Vitoria-Gasteiz.

La familia de Flor y Mari Jose (madre e hija) no volverá a tenerlas con ellos y sus vidas jamás volverán a ser como antes. Al menos ahora tienen ya la sentencia para el asesino que les arrancó la vida porque no soportaba vivir separado de su exmujer ni que su exsuegra apoyara a su hija para inciar una nueva etapa sin él, que la acosaba.

Asesinó a las dos y dejó "sin vida" al esposo de Flor y padre de Mari Jose. Truncó la vida de sus hijos menores, arrebatándoles a su madre y a su abuela, que les cuidaban cada día. Los hermanos de Mari Jose han tenido que bregar con la pena de estos hijos huérfanos para que sigan su vida y viendo como su abuelo (y padre de los hermanos de Mari Jose) se ha quedado viudo y destrozado. Es demasiado dolor, demasiada pena, que se ha traducido en 47 años a la sombra para el cruel asesino y acosador.

Javier Rubia Jiménez, después de asesinar a las dos mujeres en el edifico donde vivía Mari Jose con sus hijos, robó del bolso de esta las llaves del piso de sus padres, Flor y su marido, y tuvo la intención de escapar con ellas hasta que apareció la policía y se atrincheró en el piso de Mari Jose, al que prendió fuego para destrozarlo. La familia piensa que si escapaba portando esas llaves su intención de entrar en el piso de los abuelos (Flor, asesinada allí mismo, y su marido) no denotaba nada buena y podría haber sumado más víctimas.

Javier había adquirio un piso cerca del de su exmujer e hijos gracias a que Mari Jose, en un acto de generosidad y bondad, le dió todo el dinero ahorrado por el matrimonio para que estar todos cerca y facilitar la convivencia de los dos menores con ambos progenitores. Su exsuegra, también movida por la generosidad, le ayudaba en un principio ofreciéndole comida y ayuda, ya que era muy buena cocinera, como Mari Jose.

El asesino fue acosando a Mari Jose preguntando a sus hijos que dónde estaba la madre en cada momento y siguiéndolos en algunos recorridos por la calle.

La sentencia de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Álava se produce apenas cinco días después de que el jurado popular declarara al acusado culpable del asesinato de ambas mujeres.

En la sentencia, la magistrada de la Sección Segunda de la Audiencia alavesa acepta las agravantes solicitadas por la Fiscalía y las acusaciones popular y particular, que solicitaban 50 años de cárcel. Las agravantes en el caso del asesinato de Mari Jose son alevosía y ensañamiento físico con agravante de género y parentesco. En el caso de su madre, Flor, es asesinato con alevosía y ensañamiento moral con agravante de género. Se trata de una de las primeras veces que en España se aplica la agravante de ensañamiento moral al hacer que la madre fuese testigo visual de que estaba asesinando a su hija.

La Audiencia Provincial impone al acusado una condena de 24 años por el asesinato de su exmujer y otra condena de 23 años por el asesinato de su exsuegra.

A su vez, le condena a abonar, como responsable civil, un total de 1,2 millones de euros como indemnización para los hijos que tuvo con María José --cuya patria potestad se le ha retirado-- y para otros familiares.

La sentencia, que puede ser recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, establece en el relato de hechos probados que el condenado se presentó con uno o varios cuchillos en el domicilio de su exmujer, en el barrio vitoriano de Lakua-Arriaga "con la intención de acabar con la vida" de ésta y de su exsuegra.

MÁS DE 30 CUCHILLADAS A CADA UNA

Según se recoge en la resolución judicial, el hombre encontró a ambas mujeres a la puerta de la vivienda, en el octavo piso, desde donde estas trataron de huir escaleras abajo. No obstante, el agresor las alcanzó en el rellano del séptimo piso, donde propinó varias cuchilladas a ambas mujeres, hasta que acabo con sus vidas. El cadáver de Maria José presentaba 33 heridas y el de Florentina, 38.

La resolución de la Audiencia Provincial de Álava constata que tras matar a su exmujer y a su exsuegra, el condenado se tiró por la ventana del octavo piso hacia la zona en la que los bomberos habían instalado un colchón de seguridad, dado que el hombre permaneció colgado de la fachada varios minutos.

En la sentencia se subraya que las 33 heridas físicas producidas a María José "superaron, con mucho, las necesarias para causar su muerte, lo que incrementó de manera innecesaria el sufrimiento y el dolor de la víctima".

Además, se señala que "tal sufrimiento y dolor fueron buscados deliberadamente por el acusado, ya que conocía que alguna o algunas de las heridas físicas que causó eran mortales", por lo que el resto eran innecesarias para matarlas". "De ese modo --añade-- el condenado actuó con la voluntad de causar a la víctimas un sufrimiento innecesario".

PRESENCIAR LA MUERTE DE SU HIJA

En el caso de Florentina, la magistrada afirma que el acusado le causó "un sufrimiento psicológico innecesario", al agredir mortalmente a su hija en su presencia. De la misma forma, constata que tal sufrimiento y dolor "fueron buscados deliberadamente" por el asesino, que actuó "con la voluntad de causar a la víctima un mayor dolor moral, buscando a propósito que presenciara la muerte de su hija".

La Audiencia manifiesta que el acusado decidió acabar con la vida de su exmujer porque "no aceptaba el cese definitivo" del matrimonio, ni los términos económicos en los que se había concretado el divorcio. Asimismo, explica que el condenado estaba "enojado" ante la posibilidad de que su exmujer pudiera haber podido iniciar una relación sentimental con otra persona.

Por otra parte, afirma que el acusado, al no aceptar la decisión de María José de acabar con el matrimonio, había solicitado en reiteradas ocasiones a Florentina que intercediera para que su hija reanudara la relación con él. Ante la negativa de ésta a acceder a su petición, decidió acabar con su vida también, según se recoge en la sentencia.

FACULTADES MENTALES

La magistrada considera, en contra de las tesis que mantenía la defensa del acusado, que no ha quedado probado en el proceso que éste tuviera afectadas sus facultades intelectivas "ni siquiera levemente" para poder comprender las consecuencias de los actos que cometió el día del doble asesinato.

En cuanto a las pruebas del doble crimen, en la resolución de la Audiencia Provincial se hace constar que el propio acusado reconoció los hechos y que una vecina que presenció lo ocurrido dio testimonio de la agresión mortal. A ambas pruebas se les añade el hallazgo de ADN del acusado mezclado con ADN de la víctima en el rellano del séptimo piso del bloque en el que se produjeron los hechos.

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