Pamplona se forja entre reyes y obispos: la guerra de los tres burgos que dio forma a la ciudad
El arquitecto Luis Tena detalla cómo la aplicación del Fuero de Jaca en el siglo XII dividió la capital navarra en tres núcleos enfrentados durante siglos
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La historia de Pamplona como ciudad moderna comienza a definirse en el siglo XII, un momento clave marcado por el interés de los monarcas en el Camino de Santiago como motor económico, cultural y social. El arquitecto Luis Tena detalla en el cuarto capítulo de la historia arquitectónica de la capital navarra cómo esta ruta de peregrinación fue el catalizador para la creación de una nueva estructura urbana. La idea, explica, era que el camino "no solo sea de peregrinación religiosa, sino que también implique, pues, beneficios económicos y culturales".
Para ello, se impulsaron los fueros, una especie de constituciones municipales que buscaban atraer población para dinamizar las ciudades. Según Tena, con estos fueros "lo que se pretendía era atraer gente que superase la relación de vasallaje que existía antiguamente". El objetivo era dar lugar a una "un concepto primitivo de burguesía, que eran comerciantes, artesanos, y [...] prestamistas", gente que apoyaba a los viajeros y peregrinos.
Lo que se pretendía era atraer gente que superase la relación de vasallaje que existía antiguamente"
El Burgo de San Cernin: un hexágono franco
La aplicación del Fuero de Jaca llegó finalmente a Pamplona en 1129 por iniciativa del rey Alfonso el Batallador, dando origen al Burgo de San Cernin. Para poblarlo, se trajo a gente del otro lado de los Pirineos, los llamados "francos", a quienes la leyenda describe como "gente como muy concienzuda, muy trabajadora, muy, hasta cierto punto excluyentes", detalla el arquitecto.
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La geografía y la topografía determinaron su forma. El burgo se asentó en una explanada al oeste de la ciudad antigua, la futura Navarrería, flanqueada por dos vaguadas. Esta configuración dio lugar a "prácticamente un hexágono perfecto", como lo define Tena. Sus ejes principales eran la actual calle Mayor, en dirección a Santiago, y su perpendicular, la calle San Miguel Eslava.
Este núcleo se estableció con su propia parroquia, la de San Saturnino o San Cernin, cuyas torres, como se aprecia hoy, "no son simplemente una torre religiosa de campanario, sino tienen carácter de vigilancia hacia la ciudad antigua", donde se encontraban el obispo y el rey. Este burgo, habitado por comerciantes y artesanos, pronto adquirió una gran potencia económica, muy superior a la de la Navarrería.
La Población de San Nicolás: la respuesta del obispo
Ante el auge del burgo de fundación real, el obispado reaccionó. Antes de 1177, el obispo de Pamplona —Tena apunta que pudo ser Pedro de París, Viviano o Lope— impulsó la creación de un nuevo núcleo: la Población de San Nicolás. La intención era dar cabida a los habitantes navarros del entorno que también querían establecerse en la ciudad y, a su vez, competir con San Cernin.
Geométricamente, la nueva población cumplió un papel estratégico fundamental, ya que "lo que hace es taponar la posible expansión de San Cernin hacia el sur". Sus calles principales, como San Nicolás y San Gregorio, se extendían hasta el actual Paseo de Sarasate, mientras que las plazas del Consejo y San Francisco actuaban como una "tierra de nadie" que separaba ambos burgos.
Una ciudad, tres núcleos enfrentados
De este modo, Pamplona quedó configurada por tres centros de poder diferenciados y hostiles. Por un lado, la Navarrería, el núcleo primitivo poblado por clérigos y militares dependientes del obispo y el rey; por otro, el próspero Burgo de San Cernin de los francos; y, finalmente, la Población de San Nicolás, de mayoría navarra. "Tenemos ya en este momento los tres núcleos que se llevan bastante mal entre ellos", afirma Tena.
Tenemos ya en este momento los tres núcleos que se llevan bastante mal entre ellos"
Esta tensión constante entre los tres burgos, separados por sus propias murallas y privilegios, marcaría la historia de la ciudad durante los siguientes siglos y desembocaría, años más tarde, en el Privilegio de la Unión. Como concluye el arquitecto, esta conflictividad es también la causa de que hoy tengamos "menos arquitectura de esa época, porque parte la perdemos".
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