Cuando el tiempo se detuvo y volvió a sonar: María y el reloj de Nestares, en La Rioja

Una restauración que devuelve la memoria y el patrimonio a un pequeño pueblo riojano. María, la mujer que volverá a subir a la torre de la iglesia de San Martín

Álvaro de los Ríos

Logroño - Publicado el

3 min lectura

Imagina subir cada día cientos de escalones de piedra para dar cuerda al reloj de la torre de tu iglesia. No lo haces por obligación, sino por cariño, porque sabes que cada campanada marca el ritmo de la vida de tus vecinos. Ahora imagina que, con el paso del tiempo y el deterioro de la torre, ya no puedes volver a hacerlo. 

La historia de María, la guardiana del reloj

Esa es la historia de María, una mujer de 80 años que vive en Nestares, un pequeño pueblo del Camero Nuevo donde apenas residen 85 personas, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística.

Cuando era joven, un familiar suyo ejercía de alcalde y, ya muy mayor, no podía encargarse de subir a la torre de San Martín para dar cuerda al reloj. Fue entonces cuando María asumió esa tarea, recorriendo una y otra vez aquellas escaleras exteriores que parecían no tener fin. Cada subida era un gesto de servicio a su gente y de amor por su tierra.

Sin embargo, el paso del tiempo dejó su huella, las escaleras se deterioraron y María tuvo que dejar de subirlas. Desde entonces, recuerda con emoción el sonido de las doce campanadas del mediodía, un eco que durante años marcó la vida de Nestares y que ella misma ayudó a mantener vivo.

María siempre ha sido una apasionada de los relojes. El de la torre de la iglesia fue su compañero durante décadas y, aunque lleva tiempo parado, sigue guardando en su memoria aquella melodía inconfundible que unía a todo el pueblo.

Pero esa emoción está a punto de regresar. Tras meses de trabajo, la torre de San Martín ha sido restaurada y ya es segura para volver a subir. La obra, valorada en 40.000 euros, ha sido posible gracias a la colaboración entre el Gobierno de La Rioja —que ha financiado el 85% del proyecto— y la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño.

Jesús Merino, delegado de Patrimonio de la Diócesis, explica que se han limpiado y consolidado los muros, cerrado grietas y recogido los fragmentos desprendidos. Todo ello garantiza que la torre se conserve en buen estado, nada menos que para los próximos dos siglos.

Además, se han restaurado la bola, la cruz y la veleta que coronan esta iglesia del siglo XVI. Una reparación que no solo devuelve la sonrisa a María —que pronto podrá volver a sentir que el tiempo se detiene al subir esas escaleras—, sino que también significa la recuperación de un pedazo de identidad colectiva.

Porque en pueblos como Nestares, el patrimonio no es solo piedra y madera, es memoria, emoción y raíces compartidas. Y gracias a esta restauración, los vecinos vuelven a tener en pie una parte de su historia y de su futuro. 

Un símbolo de comunidad y continuidad

La historia de María y la torre de San Martín es mucho más que la reparación de un reloj: es un recordatorio del valor de la colaboración, del cuidado por los pequeños detalles que marcan la vida de una comunidad y del vínculo entre generaciones. Ahora, cuando las campanas vuelvan a sonar a mediodía, no solo María escuchará su melodía: será toda Nestares la que recupere una parte de su identidad y su memoria colectiva.

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